José Martínez
Mañana se cumplen 50 años del trágico dos de octubre de aquel año de 1968, donde murió un considerable número de jóvenes estudiantes, y otros que nunca fueron encontrados, esos que se atrevieron en su momento a enfrentar a un sistema que no aceptaba ser interpelado.
La exigencia de libertad y democracia era excesiva para un gobierno monopartidista. El castigo tenía que ser ejemplar, pensaron desde el autoritarismo imperante.
La masacre, como se ha calificado, del 2 de octubre fue el sangriento desenlace de un movimiento estudiantil que había iniciado meses atrás, y donde el gobierno mostraba su cerrazón, parapetado en una engañosa institucionalidad. Para todos los sectores económicos y sociales de este país no existió otra verdad más que la que el gobierno difundía y su verdad fue defendida a ultranza.
Muchos estudiantes terminaron en la cárcel en el mejor de los casos al ser acusados de promotores de intereses internacionales, el fantasma del comunismo estaba presente.
Este hecho marcó la historia de un país que seguía en la búsqueda de democracia, una democracia que se negaba a las mayorías, por lo que muchos perdieron la confianza en los medios institucionales como el mecanismo para transformar la realidad del país.
Algunos decidieron entonces buscar este cambio por medio de las armas. Este periodo de la vida mexicana, marcado por asesinatos y desapariciones en nombre de la estabilidad nacional. Fue una década obscura y brutal de ambos bandos.
Lo ocurrido el 2 de octubre fue solo un acto de violencia del Estado de los muchos que se dieron mediante la represión desde un sistema que se negaba a compartir el poder con el resto de la sociedad, y que estaba dispuesto a llegar hasta donde fuera necesario para perpetuarse en el poder.
Los otros hechos sangrientos son los que fueron parten desde el “Halconazo del 71”, “El Charco”, “Acteal”, “Aguas Blancas”, a las que se suman en años recientes “Ayotzinapa” y “Tlatlaya”. Una mal entendida defensa de las instituciones en realidad negaba las vías legales y propiciaba la impunidad.
Los muertos de forma inicial fueron los estudiantes. A ellos se sumaron los asesinatos de campesinos que se atrevieron a pasar de exigir fertilizantes a exigir elecciones limpias.
En Tabasco las inconformidades contra los impactos de la actividad petrolera dieron origen a uno de los movimientos más conocidos, El Pacto Ribereño.
Estas exigencias añejas convergieron con la esperanza de ganarle al sistema en el año 1988 mediante la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano, quien reunió a todas las izquierdas que lograron sobrevivir. Pero, de forma curiosa se cayó el sistema y de nuevo ganó el candidato del PRI.
Otras luchas fueron entonces por elecciones limpias. Tuvieron que pasar varias décadas para que alguien que fuera parte del proceso electoral en el año de 1988 en Tabasco y ganara de manera contundente las últimas elecciones presidenciales en este país.
El 2 de octubre seguirá siendo recordado, tanto por el sacrificio humano ocurrido en la Plaza de las Tres Culturas, como por ser parte del proceso de democratización de este país. Nadie lo debe olvidar. Nunca debe volver a suceder.
HABERES
EL delegado del INAPAM, Germán Gutiérrez reportó que en materia de transporte público los choferes en algunos casos no aplican el descuento del pasaje a los adultos mayores. Dijo que es lamentable dicha situación ya que por ley los conductores están obligados a realizar el ajuste. Nuestro país necesita una verdadera protección a la población vulnerable.
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