Por: José Martínez
La salud también es política. Es alarmante que nosotros mismos contribuimos a nuestro deterioro físico. Decimos alarmante porque hace más de tres décadas en Tabasco, como expresa la jerga política, las personas que sufrían de diabetes –por citar este padecimiento que ya es crónico en la actualidad- eran sólo casos aislados; a veces sólo se decía de un problema de herencia genética, sin hacer caso de los consejos de prevención de enfermedades que muchas veces nos recomienda el consumo de alimentos nutritivos y un estricto control de grasas y dulces que disparan otro padecimiento como la obesidad. Y de esta falta de cuidados y prevención, también derivan los altos costos del control –no erradicación- de los padecimientos.
Un artículo del diario El Financiero (28/05/2015) señala que la diabetes y la obesidad tienen un mayor costo en el gasto para su tratamiento en los hogares de Tabasco, Oaxaca y el Edomex, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), y la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud. De acuerdo a un reporte del Sistema de Indicadores para Monitorear los Avances de la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes (ENPCSOD), el costo de estos padecimientos supera los 98 mil millones de pesos al año en el país.
En cuanto a Tabasco, cita el artículo que “las pérdidas por productividad que sufrió la entidad por mortalidad, ausentismo laboral, además del porcentaje que las familias destinan al tratamiento de esta enfermedad de su gasto total en salud”, se encontraba en 2015 al final del subíndice denominado “Costos para los hogares y la economía”.
A estos datos podemos sumar que el costo para las finanzas públicas aumenta considerablemente a pesar de que la esperanza de vida del ser humano ha crecido a 74 años en promedio, este contraste impacta porque la calidad de vida disminuye debido a estos padecimientos que por falta de prevención y un control adecuados afectan no sólo a la economía familiar sino que se suman a las erogaciones con cargo al erario público o al salario los trabajadores, en el caso de las instituciones de salud pública y los sistemas de pensiones como el IMSS, ISSSTE o el ISSET.
En la actualidad los pasivos que tienen que afrontar las instituciones y el gobierno debido a las pensiones por retiro, defunciones o accidentes van en aumento aunque el periodo de productividad de los trabajadores disminuye; podemos darnos cuenta que los costos tan sólo para el control de enfermedades impactan de manera aplastante la economía de las familias y el mismo sistema de subsidios de salud pública acarreando escasez de medicamentos así como la falta de capacidad de los hospitales u otras áreas para atender a los derechohabientes. Es una carrera sin final, en la que el descuido de hábitos saludables puede hacer fracasar cualquier esfuerzo colectivo.
Esta es otra realidad difícil de enfrentar –como la contaminación y el cambio climático-, y lo primero que tenemos que hacer es hacer conciencia que vivimos una época crítica, donde los recursos financieros administrados por los gobiernos son cada vez más limitados y las necesidades van en incremento.
HABERES
En estos días los aspirantes a la alcaldía de Centro deben apresurar el paso. Ningún voto, ninguna posibilidad es desdeñable. Por lo menos este columnista puede dar testimonio de que quien más atento ha estado a los posibles votantes es Gerardo Gaudiano; quizá por sus agendas saturadas, la respuesta no ha sido la misma por parte de Liliana Madrigal y Octavio Romero. De Pedro Contreras se comprende sus limitados recursos y debe enfocar esfuerzos. Las urnas lo dirán.