Felipa Nery
Las elecciones celebradas en Venezuela el pasado domingo para elegir Presidente de la República, han desembocado en hechos violentos y masivas manifestaciones en las calles, desde que el Consejo Nacional Electoral declaró ganador a Nicolás Maduro con el 51% de los votos, en tanto que su adversario opositor Edmundo González, respaldado por la líder María Corina Machado, a quien el Consejo Nacional Electoral no le permitió ser candidata, habría alcanzado el 44%, cifra que no reconocen, porque Corina asegura que cuentan con más del 70% de las actas electorales que le dan el triunfo a Edmundo González.
Desde el domingo que se conocieron los resultados dados por Elvis Amorós, Presidente del Consejo Nacional Electoral, Edmundo González y María Corina, aseguraban que el triunfo era de ellos, que Nicolás Maduro no había ganado y exigieron que mostraran las actas de los centros de votación, situación que no ha ocurrido hasta ahora por parte del órgano encargado de organizar las elecciones.
Países democráticos, como los Estados Unidos, los miembros de la Unión Europea, Brasil, Chile, Uruguay, Argentina, han reclamado a Nicolás Maduro, que se den a conocer las actas electorales; los países dirigidos por dictadores, como China, Rusia, Irán, Nicaragua, lo han felicitado y México, ha guardado cautela, el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador dijo desde el primer día, que esperarían que terminara el recuento de votos y al segundo, cuando se conocieron las protestas de la oposición, coherente con la posición que ha mantenido cuando surgen dudas en torno a los resultados electorales, pidió que se haga recuento de votos.
He seguido las noticias de Venezuela después de los resultados electorales del domingo, y la verdad, que no he sentido más que satisfacción del momento histórico que se vive en México, porque después que los adversarios políticos acusaban a Andrés Manuel López Obrador de que convertiría a México en otra Venezuela, que en 2006 le arrebataron el triunfo pagando millonarios espacios en radio y televisión creando el terror de que sería igual que Hugo Chávez, y hoy, a dos meses de terminar su mandato presidencial, lo que entrega es un país en prosperidad, economía sólida, con importante inversión extranjera, una moneda fuerte y disminución de la pobreza por los apoyos sociales que reciben millones de mexicanos que antes vivían en el olvido.
Además, la elección de su sucesora, fue de terciopelo; a pesar de que la oposición le echó toda la carne al asador, utilizando los medios de comunicación y redes sociales para crear la percepción de que su candidata ganaría la elección, la abanderada de MORENA, Claudia Sheinbaum se alzó con una victoria contundente, que no dejó dudas, ni a la candidata de la oposición Xóchitl Gálvez, porque la misma noche de la elección le llamó a la ganadora para felicitarla por su triunfo, a pesar de que un par de horas antes, los partidos que la impulsaron la habían puesto frente a los medios de comunicación, para declararse triunfadora. Al día siguiente, el lunes, todos a sus trabajos, sin ninguna novedad, no hubo protestas por ningún lado, ni de ninguna índole, porque el Instituto Nacional Electoral no dio resultados oficiales, hasta en tanto tuvo actas suficientes para declarar a la ganadora.
Cuánta diferencia hoy entre México y Venezuela, no hay comparación. Claro, los mexicanos tenemos que seguir abonando para que la democracia que hoy vivimos llegue a consolidarse.