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Burocracia y corrupción

Burocracia y corrupción

Por: Sinhué Casanova Magaña

Como ciudadano es común acudir a las instancias de Gobierno en cualquiera de los tres órdenes. Con frecuencia asistimos para tramitar la identificación oficial que acredita la mayoría de edad, hasta solicitar el acceso a algún programa que implica apoyos económicos o de diferente índole, entre muchos otros trámites.

Si bien, al ciudadano no le resulta agradable asistir a las instancias de Gobierno que realizan esta atención al público, no pocas veces resulta obligado. Tan solo con pensar en ir a realizar un trámite y todo lo que conlleva llega a poner de mal humor, desde los famosos “coyotes” que aseguran agilizan los trámites, pasando con las “mochadas” en ventanillas o con el exceso de copias y documentos originales. Ni qué decir, cuando en las propias dependencias se contradicen en el mismo trámite. Es decir, en muchas ocasiones no existe una buena información y ya ni esperar que esta sea homologada.

En la Ciudad de México se inició una serie de cambios hace algunos años, donde los primeros trámites lograron reducir tiempos y ese exceso de ventanillas. Es el caso de la obtención de la licencia de conducir y de las actas de nacimiento. Estos cambios fueron parteaguas tanto como ejemplo a los demás estados como para buscar cómo aplicar las nuevas tecnologías en diversos gestiones más.

En Tabasco aún seguimos con muy viejos esquemas en diferentes tipos de trámites que realiza el Gobierno, principalmente a menudo se escuchan quejas de los ciudadanos o de los propios empresarios sobre este tema. Quizás el único cambio que ha sentido el ciudadano, es con la implementación del trámite de la licencia de conducir, que hace unos pocos meses estrenó un nuevo sistema. Probablemente este sea el único cambio que se logre registrar a corto plazo en la atención al público. Hay modificaciones que llevan tiempo, pero es necesario incorporarse a las nuevas tecnologías.

Para el propio gobierno le puede resultar tedioso y costoso realizar todo el ciclo presupuestal. Es decir, desde que se genera un proyecto o partida presupuestal pública, hasta que se ejecuta y comprueba. Todo esto requiere de un exceso de recursos materiales y humanos, y si agregamos la fiscalización de los propios recursos, alargamos el proceso. Por supuesto que es importante que se fiscalice, pero es necesario que se realicen cambios sustantivos que resulten en una disminución de recursos y tiempo para que este ciclo sea cada vez más eficaz.

Si agregamos que para el caso de la supervisión de recursos públicos se han ido creando nuevas estructuras institucionales, como los Institutos de Transparencia o lo que está en moda con el nuevo Sistema Nacional de Anticorrupción, más los que ya existían, le seguimos sumando trámites de fiscalización que lejos de ayudar solo se agregan para hacer más complejo todo el “papeleo” y uso creciente de los trámites burocráticos.

Lo lamentable para este caso, es que debido a los altos índices de corrupción que enfrenta no solo la Federación, sino el país en su conjunto, la solución de los que intentan combatir este fenómeno ha sido crear más instituciones gubernamentales de supervisión de recursos públicos, pero que a su vez generan mayor burocracia y la propia tramitología que conlleva. El resultado lejos de ser favorable ha sido contrario, puesto que en México el índice de percepción de corrupción que da a conocer Transparencia Internacional la calificación que obtuvo fue de 30 puntos en el 2016. Se ubicó al País en la posición 123 de 176, lo que representó una caída de 28 lugares, en comparación con el año 2015.

Como podemos observar, los trámites o el exceso de trámites, no solo afectan al ciudadano común, también impacta en los propios gobiernos en sus tres niveles. Resulta que aunque se han realizado algunos cambios estos son ido mínimos hacia los que realiza cualquier persona y en el caso del gobierno han sido hasta contrarios. Quizás la solución sea la más sencilla, si se lograra simplificar todos los procesos también se podría combatir la corrupción, puesto que a menos trámites  menos manos y si agregamos el componente tecnológico, habría mayor control. Es la tendencia global hacia la tecnología en el gobierno.