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En el PRI culpan de la derrota hasta a Beltrones

Por: José Martínez

Es un lugar común decir que las derrotas son huérfanas y que en las victorias todos reclaman los méritos, sobre todo buscan cobrar facturas. Actualmente en el PRI se vive un aquelarre, en el cual no sólo hay una cacería de brujas; también muchos grupos ya buscan acomodarse con los triunfadores, alejarse de los perdedores. Quizá sea muy pronto, porque si bien los del tricolor cayeron abrumadoramente la capital del estado, en el resto de la entidad siguen teniendo una presencia indudable

aunque también cada vez más frágil.  Hay un personaje que en el PRI se caracteriza por hacer las más extrañas piruetas e interpretaciones, pero que no debe desdeñarse porque expresa los puntos de vista de un segmento de ese instituto. Se trata de Lorena Beaurregard quien sostiene que el descalabro del PRI -según sus propias conjeturas-, se debió a un acuerdo entre la cúpula nacional de ese instituto político y el gobernador de Tabasco, Arturo Núñez. Además, dice, en nuestro estado no existe la libertad de expresión, por una supuesta censura hacia ella por parte del gobierno actual. Salta a la vista que estamos ante un caso de contradicción política, contradicción expresiva y contorsión vital.
En Tabasco sabemos que el PRI se derrumbó, primero, por el cansancio y hartazgo de los ciudadanos, quienes desde el año 2012 decidieron decirle ‘basta’ a una clase política que se mantuvo durante setenta años en el poder, lo que causó el retraso en muchos sentidos a través de sus prácticas de manipulación y monopolización de las instituciones que pertenecen al Estado en busca de un beneficio particular. En algunos casos el tricolor logró reformarse, pero fueron más las fuerzas de la parálisis y el retroceso.
No es descubrir el hilo negro lo que se ha dicho hasta el cansancio: el clímax del deterioro de un esquema de poder ocurrió con las prácticas populistas y patrimonialistas del gobierno de Andrés Granier, cuyo resultado fue la casi quiebra de las finanzas públicas. También el abandono delas tareas sustanciales de la administración.
De ahí ese colapso que los priistas no han superado, aunado a los diferentes intereses que conforman dicho partido político, y su incapacidad de consensuar cómo reagruparse. Es un partido que vive una lucha campal interna, aparentemente sin árbitros. Analistas de las más diversas doctrinas han documentado cómo en el viejo régimen se financiaba el engranaje tricolor y se decidían las candidaturas. Esta es la razón que defiende Beaurregard como tesis, de que el PRI desde que lo lideraba Erubiel Alonso Que negoció con el gobierno el derrumbe en las elecciones del 7 junio de 2015. Eso dice.
Si en el PRI de Tabasco no hay un verdadero liderazgo que tenga la capacidad para reagrupar sus estructuras, no faltará quien fantasee que existieron negociaciones con el gobierno, hasta el límite de vincular al propio Manlio Fabio Beltrones con el gobernador Arturo Núñez en una concertacesión absurda, en esta derrota que los colocó en el tercer lugar. Curiosamente, este mismo argumento lo sostienen algunos portavoces de Morena. Quién lo fuera a decir: en el extremo las posiciones se tocan.

HABERES

Lo que menos conviene al priismo que hoy dirige Manlio Fabio Beltrones es demostrar sus debilidades rumbo al 2018, y con la crisis de credibilidad en que ha caído el presidente Enrique Peña, ¿sería lógico que hubiera la clase de acuerdos que suponen algunos entre el CEN del PRI y el gobierno de Tabasco? Claro que en esto de los complots, conjuras, conspiraciones, se vale de todo. Como en las novelas policiacas de doña Ágatha.