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¿Hacia dónde vamos?

¿Hacia dónde vamos?

Felipa Nery

En menos de un mes, la Universidad Nacional Autónoma de México sufre dos severos desafíos a su autonomía. A finales del mes de febrero, se trató de una balacera, en la que perdieron la vida dos hombres, que al parecer, eran narcomenudistas y el pasado miércoles una joven fue violada en uno de los baños de la escuela de trabajo social, alrededor de las 6.50 de la mañana y aunque la jovencita gritó y pidió auxilio, nadie acudió a apoyarla; también en mayo del 2017, apareció asesinada una jovencita, que primero se dijo se trató de un suicidio y posteriormente las autoridades reclasificaron el delito, como feminicidio. Después de los hechos violentos de febrero pasado, el rector de la máxima casa de estudios del país, Enrique Graue, declaró que habían voces internas y externas que clamaban por alternativas más agresivas, ‘algunas que quisieran vernos o armados o militarizados; y no pocas aprovecharán los momentos políticos electorales que vivimos en nuestra nación para intentar desestabilizarnos’. Ambos hechos ocurridos al interior de la UNAM, son graves y pudieran tratarse, de acciones deliberadas para intentar generar el caos en esta universidad que está en vísperas de conmemorar 50 años de aquel movimiento estudiantil de 1968 que terminó en una masacre orquestada por el gobierno. La UNAM incluye un circuito universitario con más de 50 edificios dentro de las 730 hectáreas del campus universitario, en siete kilómetros cuadrados, es decir, es un lugar gigantesco,  quizá más grande que muchas ciudades, por ello la dificultad que ha tenido para garantizar la seguridad de la comunidad universitaria, porque tanto alumnos, maestros y trabajadores,  han sufrido todo tipo de agresiones, al interior. Según los dichos del rector Graue, habrían intenciones de desestabilizar la Universidad, pero sin duda, estas serían acciones de desesperados que buscarían incendiar al país, que de por sí se encuentra en una guerra que ha dejado miles de muertos en los últimos 11 años, sin que se haya alcanzado el objetivo que llevó al gobierno a sacar a los militares a la calle, que era el de combatir la delincuencia, por el contrario, el problema se ha multiplicado en el país, la ingobernabilidad ha crecido en varias entidades. Si bien la UNAM ha extremado la vigilancia, esta no ha sido suficiente para inhibir a los delincuentes que van en busca de los jóvenes para venderles la droga, o por las jovencitas, para abusar de ellas; se han instalado botones de pánico en los baños de las escuelas, por los intentos que se han registrado en algunas ocasiones de agresión a las estudiantes, pero al haberse suscitado ya una violación a una estudiante en los baños, sin duda, que es un desafío, ¿de quién?, no sabemos, si es de parte de lo que señala el rector Graue, de intentos de desestabilizar a la universidad, o se trata de delincuentes comunes que no le temen a nada, ni a nadie. La impunidad y no dar con el paradero de los delincuentes, provoca que el problema crezca.