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La luchas, las mismas

La luchas, las mismas

Por: Felipa Nery

Ayer domingo se cumplieron 100 años de la Promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, de 1917. No se trató de una nueva constitución, sino de modificaciones a la Constitución de 1857, e inclusión de nuevos derechos, principalmente los sociales que fueron el triunfo de campesinos y obreros que ofrendaron su vida en la Revolución de 1910, como el derecho a la educación laica y gratuita, el derecho a la propiedad y los derechos laborales. Y qué queda de aquellas conquistas sociales?. La gratuidad de la educación, tal y como la entendieron y defendieron los constituyentes del 17, que todos los hijos de campesinos, indígenas y obreros tenían derecho a la educación, y no por el hecho de ser pobres no podían acceder a la misma, esto al día de hoy, está en entredicho, principalmente, por las ‘cuotas voluntarias’, que se han convertido en obligatorias en todos los centros educativos del nivel básico, cuotas que hacen imposible que algunos niños puedan acceder a la misma, porque las cuotas van desde los 400, hasta más de mil pesos en algunos planteles y en estos tiempos de crisis económica y desempleo por el que pasan muchos jefes de familia, se les hace imposible hacer estas erogaciones, por lo que aquella reforma de gratuidad de la educación, hoy no se cumple. Con respeto a la propiedad, el nacimiento del ejido, donde se repartieron tierras a los campesinos que eran explotados por los grandes hacendados, este prácticamente se ha acabado, porque a partir de que le entregaban sus parcelas a los campesinos, sabían que la tierra sería para trabajarla, tenían la propiedad y podían heredarla a sus hijos, pero no venderla, sin embargo, una reforma constitucional al artículo 27, promovida por el presidente Carlos Salinas de Gotari, provocó que muchos campesinos fueran siendo despojados de sus tierras, mismas que vendieron a bajos precios, se fueron a vivir a las ciudades, donde se asentaron de tierras irregulares y sin servicios, y así, se fueron sumando a los cinturones de miseria de las urbes; de tener sus tierras, donde sembraban su maíz, su frijol y otros productos que les permitía comer y sobrevivir, se quedaron con los brazos cruzados, porque los pocos pesos que recibieron por sus ejidos, la mayoría los mal gastó; y sobre la reforma laboral, que permitió que los obreros tuvieran una jornada de ocho horas, derecho a vacaciones, aguinaldo y reparto de utilidades, servicio médico, acceso a una vivienda, esto, ya es parte de la historia, porque las reformas laborales que se han dado en los últimos tiempos, han permitido que los obreros sean contratados por tiempo determinado o bien horas, de tal manera, que los trabajadores que cuentan con seguridad laboral y prestaciones, hoy en día son pocos, y la gran mayoría de los jóvenes que están ingresando al mercado laboral se están topando con nuevas disposiciones legales que ya no les permite tener la certeza de alcanzar un día  una jubilación, porque ya no tienen la  seguridad laboral, ni en las prestaciones.  Esto es sólo en relación a los derechos sociales, porque si hacemos una revisión en torno a la integración y funcionamiento de los poderes, lo único que podemos advertir, es que en definitiva, a 100 años de la promulgación de la Constitución del 17, es letra muerta, en la mayor parte de sus 136 artículos que la componen.