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LA MAESTRA

JUAN CARLOS REYES TORRES

En un Estado social y democrático de Derecho –al que aspiramos apuntalar- nadie puede estar por encima de la Ley. Por infinito y real el poder que se acumule y ostente, ningún grupo de poder o de interés puede retar a quien detenta el poder legítimo del Estado. Mala lectura de la poderosa y rica Elba Esther Gordillo Morales. Enrique Peña Nieto, el Presidente de México, posee atributos y cualidades producto de su formación política, de la experiencia acumulada por más de 4 décadas. Pertenece a una familia que lo educó para el ejercicio del poder.
En efecto, Peña Nieto no es Calderón, 3 millones de votos hacen la diferencia. Además, Peña ha comenzado su mandato con el diseño de un Plan Maestro, sabe ejecutar y accionar los controles del poder y conoce las cadencias, ritmos y tiempos de su ejercicio. No se ha rodeado solamente de amigos para dirigir las acciones de gobierno, ha convocado a cuadros experimentados y probados para encabezar cada una de las áreas clave. Cuenta con el respaldo de la organización política más acabada de la historia de México: el PRI. Tiene el respaldo y el reconocimiento de las naciones más relevantes en el concierto internacional.
La Maestra, ese animal político sagaz, dura en la negociación, implacable en la aplicación de sanciones, deliberada actriz en el teatro político nacional que acumuló poder e influencia, no vio las cualidades de Peña, no entendió los tiempos nuevos. La obsesión por la acumulación de poder y la soberbia, obnubilan la razón, la racionalidad política por debajo del instinto de conservación.
Estaba cegada de poder, se autoconcebía inalcanzable, indispensable para la gobernabilidad. En su primer círculo ya no se ejercía la autocrítica, terrible distorsión de la realidad. Cuando el lacayo es sumiso falla en el valor de la lealtad, miente, adula, engaña.
Elba no se daba cuenta de que los padres de familia saben que la educación que reciben sus hijos es deficiente. Los jóvenes educandos saben que con las destrezas adquiridas difícilmente se obtendrá un buen empleo. Los industriales, los empresarios, padecen al contratar mano de obra joven, la ausencia de competencias mínimas y la ausencia de valores éticos.
Elba no advertía que al utilizar electoralmente al Sindicato de su propiedad, inhibía la libertad de asociación política de los verdaderos maestros. Elba no se daba cuenta que al dilapidar los recursos de su sindicato humillaba a los maestros y a todos los mexicanos.
En México hay instituciones, existe la ley. Vivimos una transición mediante la cual la República se reconstruye, se pretende articular el tejido social, recrear una nueva cultura que despliegue nuestras potencialidades y autoconfianza.
En su lápida habrá un epitafio, en éste no se dirá que “aquí yace una guerrera”. El verdadero epitafio reza: En esta tumba descansa una maestra rural que logró mediante su reconversión la liberación de los docentes y el despertar del México nuevo.