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Libertad, igualdad y respeto

Por: Felipa Nery

Desde 1948 se proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos –poco después de terminar la II Guerra Mundial de odios y discriminaciones, que dejó millones de muertos–, esta Declaración  a la que en su nacimiento se adhirieron 48 países, tenía el firme propósito de incidir entre todas las personas del mundo, para que esos actos de barbarie no se volvieran a repetir; por ello, entre sus principios, afirmó: “que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”; asimismo, advirtió: “que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias”; se reflexionaba:  “que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”… Así, bajo estos principios, se estableció en el artículo primero: ”Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, y en el segundo: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”; y todavía, el 26 de septiembre del 2014 el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó una resolución en la que se pronunció por el combate de la  la violencia y la discriminación por orientación sexual e identidad de género, sin duda, se han hecho esfuerzos para que los seres humanos podamos vivir en paz, respetando las libertades de todos; sin embargo, grupos que quieren seguir manteniendo el control de las sociedades, como son las instituciones religiosas y los partidos políticos, provocan los odios entre  la sociedad, como hacen ahora mismo las iglesias católica y protestantes, al organizar marchas de sus seguidores para oponerse a una iniciativa de reforma constitucional que permita el matrimonio entre personas del mismo sexo; marcharon el sábado en algunas ciudades y convocan para una marcha nacional el 24 de septiembre; dicen defender la familia, sin embargo, con sus acciones lo que provocan es el odio, la homofobia y discriminación a las personas del mismo sexo. Cada quien tiene derecho a ejercer sus libertades en plenitud, sin provocar daños a los demás, por tanto, estas organizaciones religiosas que históricamente se han aprovechado de la ignorancia de la gente, no tienen derecho a generar más odios y enfrentamientos de los que  tiene hoy la sociedad mexicana.