José Martínez
El fin de semana se difundió que los equipos informáticos de Pemex fueron intervenidos por algún programa cibernético malicioso que permitió el bloqueo de la información de dichos equipos. Se dijo incluso que los responsables de estos ataques pedían una suma millonaria para liberar la información de la petrolera.
La empresa petrolera salió a aclarar la situación. Por un lado, aceptó que su personal especializado en estos temas detectó un ataque en estos días, pero señaló que fueron neutralizados en ese mismo momento, aunque reportaron daños en un pequeño porcentaje de sus equipos.
Pemex, a cargo del tabasqueño Octavio Romero Oropeza, también reconoció que estos tipos de ataques son normales en las grandes empresas del mundo, por lo que se cuentan con lo necesario para hacerles frentes.
El comunicado de la empresa difundido el 11 de noviembre cierra mencionando que la empresa labora con normalidad después de lo ocurrido, y que no afectó los sistemas de distribución de hidrocarburos como algunas personas habían difundido.
El asunto no ha quedado ahí. Ayer corrió la versión que en realidad el ataque había tenido su origen al interior de la propia petrolera y obedecía a razones ajenas al manejo de la empresa.
A nadie debe extrañar. El propio director de la petrolera reconoció que encontró a una empresa en manos de terceros que laboraban desde el interior. Tomar el control total de la empresa le llevó a la nueva dirección más de 20 días. El asunto no es menor y habla de la corrupción que privaba al interior de la empresa con manos que llegan desde el exterior.
Las acciones que se han emprendido por la actual administración federal, y no solo al interior de la petrolera tienen molesto a ciertos sectores económicos y políticos del país, ya vieron esfumarse los millones de ingresos ilícitos que pretendían seguir cobrando como en años pasados.
El ejemplo del huachicol sirve para evidenciar las redes de corrupción que la ha tocado a Romero Oropeza enfrentar. Estos grupos se coordinaban adentro y afuera de las instalaciones en todo el país.
Pero no solo es eso, también están los que dejaron de recibir dinero fácil con la importación de gasolinas. Los que sobrestimaban equipos e instalaciones para que Pemex pagara más de lo que costaba, y ellos pudieran recibir alguna gratificación por la compra de chatarra. Los que cobraban miles de dólares solo para concertar una reunión con el director general.
Lo que si hay que decir es que ORO fue puesto ahí por la confianza que tiene el Presidente de México y su probada honestidad. Las reacciones dan muestra de que el trabajo está haciendo incomoda por los resultados obtenidos.
Ya lo dijo la petrolera en su comunicado. Estos ataques son normales en algunas empresas. Se incrementarán en aquella que dejó de ser botín de unos para repartir la riqueza nacional. Los ilícitos intereses afectados siguen al acecho para tratar de recuperar sus antiguos privilegios.
HABERES
El alcalde Evaristo Hernández Cruz y el coordinador del Sistema de Agua y Saneamiento (SAS), Luis Contreras Delgado, demostraron en recorrido al presidente de la CEDH, Pedro Calcáneo, que el proceso de potabilización, pese a la captación extrema de sólidos suspendidos por la alta turbiedad del río Grijalva y la vetustez de la planta potabilizadora “Villahermosa”, con más de 60 años en operación, cumple con la Norma Oficial Mexicana que la Secretaría de Salud aprobó en análisis químicos, microbiológicos, físicos y organolépticos. Se hace lo posible, aunque no lo deseable.