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Peña y Meade, una polémica apuesta por la continuidad

Peña y Meade, una polémica apuesta por la continuidad

Por: José Martínez

Los mexicanos están molestos. No es un eufemismo. La inseguridad y el desempleo son apenas dos factores que han golpeado a los ciudadanos, de ahí su enojo, desesperación, y el rechazo al presidente en turno, Enrique Peña Nieto, y a su partido. Es el actual mandatario quien ha tenido los números más bajos de aceptación de los últimos sexenios, con un 73 por ciento. Es también el desgaste del poder en una circunstancia de crisis.

Peña Nieto, por obvias razones, sin hacer una minuciosa búsqueda, tuvo que pensar de inmediato en el sucesor. Alguien que le diera credibilidad, sin tanto escándalo en su entorno, aunque no fuera militante de su partido.

Fue entonces que decidió, como dicen los mismos priistas, que se llevara a efecto el ‘dedazo’, la liturgia política, y se decidiera por José Antonio Meade., como una ‘garantía’ de la sucesión.

El antecedente. De acuerdo a un tiut del periodista Jorge Ramos: (Carlos) ‘Salinas escogió por dedazo a Zedillo, y el último dedazo que recuerda fue en 1999 este último aprobó la candidatura de Francisco Labastida. 18 años después Peña revive esa sucia práctica escogiendo a Meade’.

Llamó la atención que se haya murmurado que en siete horas, el ex secretario de Hacienda logró el consenso (firmas) de los sectores del PRI para hacerse candidato único a la Presidencia de la República.

Ahora se le presentará un desafío: ganarse a los priistas que de forma natural están molestos; entre ellos, al secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y sus simpatizantes.

El columnista Carlos Puig (Milenio, Duda Razonable) hizo notar con acierto que los empresarios dicen ‘estar preocupados y hartos de la corrupción, de la ausencia del estado de derecho, de la falta de crecimiento económico, de que según ellos pagan muchos impuestos, de la inseguridad de las trabas para hacer negocios. Dicen que quieren un cambio. Será porque son empresarios que nos les preocupa la pobreza o la desigualdad’.

Sin embargo hace notar una contradicción, porque este sector al mismo tiempo tienen como preferido a Meade Kuribreña, de quien resaltan el talento y pasión al defender cada reforma y cada política pública del gobierno federal de los últimos 11 años. Un personaje ‘dice Puig- que ‘Hoy sabemos, porque él lo ha dicho, que votó por Calderón en el 2006 y por Peña en el 2012’.

Es, entonces, quien más representa la continuidad. Dice Puig que resulta paradójico que ‘si quieren el cambio, quieran a Meade’. Porque si a los empresarios les preocupa la corrupción, no se recuerda que en su paso por cinco secretarías y otras tantas subsecretarías Meade haya sancionado a algún funcionario abusivo y corrupto.

¿Se tratará entonces de darle continuidad a las políticas de Peña Nieto y Felipe Calderón? ¿Hasta qué grado se puede confiar en una persona que jamás en su vida tuvo un puesto de elección popular, y que su trabajo se ha desarrollado en la burbuja de las más altas esferas? Quizá sea eso lo que necesita la política.

El reto de Meade Kuribreña es convencer que puede representar un cambio. Hay quienes afirman que la intención de Peña Nieto es jalar hacia el PRI los votos que puede representar quien trabajó con Calderón. Pero también que el país no soporta las recetas que ya fallaron.


HABERES

Signo de los tiempos. En Tabasco pretende vender una nueva imagen Humberto de los Santos Bertruy, quien ni es priista, panista ni perredista, mucho menos petista, pero que va por ese partido a las encuestas  con el fin de ser medido para la gubernatura del estado…¡con Morena! No se ría, es en serio.