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Un partido en busca de líder y estructura, el PRI tabasqueño

Por: José Martínez

Después del proceso electoral del 2012 el PRI vio de manera formal su debacle. Aunque esto  no sucedió de la noche a la mañana. Tuvieron que pasar los años para que su poder se fuera diluyendo. Desde la selección de su candidato a la gubernatura para aquel año, fue notorio el conflicto entre los diversos grupos que padecían ya el desgaste de varias décadas en el poder sin acostumbrarse a los contrapesos. Con la derrota en el gobierno estatal y en la estratégica demarcación de Centro; a partir de ahí, se convirtió en un partido disperso, sin organización. Todavía buscó jugar al juego del poder sin estrategias ni orden.

En los comicios intermedios del 2015 y sobre todo en las extraordinarias de este año vimos a figuras políticas del ámbito nacional queriéndole inyectar algo de vida, dar la impresión de unidad. Hay quienes vieron a un partido en terapia política intensiva política y con posibilidades de resurgir. Pero el golpe con la segunda victoria de Gerardo Gaudiano (PRD) y la ocupación del segundo lugar por Octavio Romero (Morena), mandó al tricolor al tercer sitio y desfondó a su tradicional aliado, el Partido Verde. El momento del PRI en estos momentos se vislumbra con una ausencia de liderazgo y con sus estructuras sin capacidad de respuesta.

Lejos pareen los días cuando como una agencia improvisada, en la sede en 16 de Septiembre se dejaban ver  esas grandes multitudes que abarrotaban el edificio. En cambio hoy existe incertidumbre, desgano, desconcierto, a pesar de que ese partido tiene el poder a nivel federal.

Es oportuno preguntarse: ¿qué no han entendido los liderazgos y activistas del PRI? Porque a raíz de la dispersión por la derrota se endilgaron calificativos de todo, incluso de canibalismo político. Y lo practican. Es el caso de Jesús Alí, ex aspirante a la gubernatura por ese partido, quien dio palos de ciego, y luego como dirigente se ganó a pulso los señalamientos y denuncias por las ventas de posiciones a presidentes municipales, o alguna curul en el Congreso local. Lo dijeron sus propios correligionarios. Ahora no se sabe si va o viene en el PRI. Demostró poco tacto, y le quitó mucho oxígeno a su partido, convirtiéndose en experto matemático, sobre todo para dividir. Luego vinieron las desbandadas, entre ellas una de las fuertes para el PRI, Evaristo Hernández Cruz, quien se llevó 37 años de militancia, y con todo y maletas pidió asilo en el partido Morena. La culpa –dijo-, fue de Roberto Madrazo.

El más reciente tropiezo se llama Miguel Ángel Valdivia de Dios, a quien etiquetan  como madracista de hueso colorado. Inclusive le reclaman que nunca respaldó las impugnaciones a favor de Liliana Madrigal. Aunque hoy jura  que tiene todo el apoyo del CEN para estar en la silla, a pesar del rechazo de un sector. Lanzada la convocatoria para la dirigencia tricolor, le reclaman que cargó los dados a su favor.

El 2018 se acerca. Sus heridas tardarán años en cicatrizar. La mayoría –sobre todo esa militancia que actúa como células- no sabe para dónde ir y a quién responder… porque la alternancia, sin duda, fue un duro golpe. Nunca estuvieron preparados.

HABERES

LAS ELECCIONES de delegados municipales no son caso cerrado. El TET declaró, en voz de la magistrada presidenta, Yolidabey Alvarado De la Cruz, que aún le queda una carga fuerte de trabajo, porque aún faltan municipios donde se llevarán a cabo elecciones, y a la fecha al Tribunal le quedan más de 50 casos por resolver. Hasta esos pequeños cotos de poder se judicializaron.