var _gaq = _gaq || []; _gaq.push(['_setAccount', 'UA-38838256-1']); _gaq.push(['_trackPageview']); (function() { var ga = document.createElement('script'); ga.type = 'text/javascript'; ga.async = true; ga.src = ('https:' == document.location.protocol ? 'https://ssl' : 'http://www') + '.google-analytics.com/ga.js'; var s = document.getElementsByTagName('script')[0]; s.parentNode.insertBefore(ga, s); })();
¿Y ahora qué hacen?

¿Y ahora qué hacen?

Felipa Nery

En días pasados conocíamos la alarmante cifra de deserción de jóvenes que estudian el nivel medio superior, de un 66% en el 2017, con respecto al 2012. El hecho de que los jóvenes abandonen las aulas escolares y en grandes cantidades, no habla de un futuro promisorio, ni para ellos, su familia, ni su comunidad, porque sin educación, sin formación académica, no hay desarrollo, no hay esperanza de salir adelante. Si bien algunos jóvenes están abandonado los estudios porque sus padres han tenido la necesidad de cambiar de residencia, debido a la situación económica difícil que vive Tabasco, donde no encuentran una oportunidad de empleo,  también una gran mayoría lo ha hecho porque sus padres se han quedado sin trabajar y no tienen recursos para costearles, ni siquiera el pasaje, por lo que ellos abandonan la escuela, para ir en busca de una oportunidad de empleo para ayudar en la subsistencia de la familia, aunque no podemos negar que hay algunos que abandonan la escuela porque no quieren seguir estudiando, debido a que se encuentran en una edad de plena rebeldía, en la que muchos padres no pueden controlar a sus hijos, sobre todo, cuando estos se encuentran en conflictos o están separados, quien paga las consecuencias de la inadaptabilidad, son los hijos. Sean cuales fueren los motivos por los que los jóvenes abandonan la escuela, no es nada plausible para que puedan aspiran a un futuro más promisorio, sobre todo, porque hoy a los jóvenes los acechan tantos peligros que pueden poner en riesgo, no sólo sus libertades, sino su propia vida y la de su familia. Las bandas delincuenciales están al acecho, precisamente, de jóvenes que aún no cumplen los 18 años de edad, pues saben que estos tienen otros tratamientos legales, en relación a los procesos judiciales que se deben seguir a los mayores. Al desertar los jóvenes de las escuelas, no solo fracasan sus propios padres que no los han podido retener, ni conminar a seguir sus estudios, sino que fracasa la sociedad y el estado mismo, porque si un joven se convierte en un problema social, esto nos afecta a todos. Es claro, que quien le falla a los jóvenes, somos todos, los padres, la sociedad y el gobierno, que no hacen su mayor esfuerzo para evitar que cada día un mayor número de jóvenes se conviertan en ninis. Si los jóvenes no estudian, porque no tienen las condiciones, ni emocionales, ni económicas, para estar en las aulas abrevando conocimientos, pero tampoco trabajan en actividades honestas y lícitas, entonces, tenemos que preocuparnos y ocuparnos, porque eso es un mal presagio, sí, porque en vez de disminuir las cifras de los millones de ninis que ya traíamos, estas cada día van en aumento, y en vez de salir de la crisis de desempleo y de inseguridad en la que vivimos en el país, con estas noticias de que un mayor número de jóvenes abandonan la escuela, lo único que podemos pensar, es que cada día estaremos en peores condiciones de inseguridad y desempleo.