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El destino que nos tocó

El destino que nos tocó

Felipa Nery

A partir de que Tabasco se convirtió en una entidad petrolizada, todo cambió en la entidad. De ser un pueblo que vivía de la producción del campo, ganadería, plátano, cacao, pimienta, frijol, maíz, pasamos a depender de los empleos de la industria petrolera y no se previó qué haríamos cuando esta actividad se terminara, porque el petróleo, es un recurso no renovable, al menos, en millones de años; no aprendimos de la situación caótica en la que habían quedado otros pueblos cuando se terminaba la explotación petrolera y ahora pagamos las consecuencias.

En los años ochentas, Tabasco vivió el boom petrolero, había mucho dinero para invertir en infraestructura, gracias a las gestiones de Leandro Rovirosa, a partir del gobierno de Enrique González Pedrero la entidad empezó a recibir importantes participaciones federales por la explotación petrolera, fue uno de los que más recursos tuvo, construyó carreteras, puentes, escuelas, edificios administrativos, bibliotecas, sin embargo esa abundancia de recursos fue decayendo, al ir decayendo la explotación petrolera.

Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, Tabasco resintió la crisis por la caída de la actividad petrolera, ante el despido de miles de personas que colaboraban en la paraestatal, pero también la decadencia de la paraestatal por la mala administración de los gobiernos que solo se dedicaron a saquear a la gallina de los huevos de oro, a endeudarla y no prever las consecuencias sociales que provoca el desempleo.

En 2016 Tabasco ocupaba los primeros lugares en desempleo, al igual que los primeros lugares en actos delictivos, aunque el gobierno de entonces se negaba a reconocer esa realidad, solo hay que recordar al secretario de seguridad Pública, Audomaro Martínez, quien decía que sólo de trataba de percepción de la sociedad, se negaban a aceptar el número de secuestro, la desaparición de personas, los asaltos a negocios, a casa habitación, pensaban que negando la realidad la situación cambiaría.

Hoy que la actividad petrolera se encuentra paralizada en la entidad, hemos vuelto a encontrarnos en las condiciones que estábamos en 2016; según el INEGI, al cierre del mes de marzo, la tasa de desempleo en Tabasco era del 4.43%, el doble en comparación al nivel nacional, que fue de 2.2% y por ende, la inseguridad, también se dispara, además, en su último reporte el INEGI ha dicho que la percepción de inseguridad en Tabasco es de 90.6%, arriba de Sinaloa, que es de 89.7%.

Para cambiar esta realidad, el gobierno del Estado no puede solo, se necesita del respaldo de la Federación, que ya lo ha hecho a través del secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana  Omar García Harfuch, para combatir la delincuencia, la cuestión es que no se trata solo de la delincuencia, sino del tema de la falta de esos empleos que aun no se generan.