ADIÓS CARNAL

LUIS GARCÍA

Todos lo conocían por “El Gordo Vera”, era médico veterinario de profesión de los egresados de una generación que hizo renombre dentro de ese sector, la mayoría de ellos son conocidos, algunos han entrado y salido de la política y otros dedicados siempre a la ganadería, a la cuestión del campo, pero siempre manteniendo esa unidad que dan las generaciones de profesionales. Para muchos calificado, como el mejor en el área de clínica de campo, que no es más que el mejor en la cuestiones de la realidad, de lo que sucede diariamente en el espacio de trabajo. Como profesional era entregado a su trabajo, a cualquier hora que lo llamarán ahí estaba presente, las asesorías eran en ocasiones gratis, porque lo suyo, no era la cuestión monetaria, ese no era su objetivo principal, sino la de mantener sus amigos y sobre todo hacer más, cada día que viviera, otro amigo. Pero también tenía un espacio de amistad para todos sus hermanos calificado por  todos como de primera, siempre atento a ayudar a los otros, pues el  compromiso principal que le había dejado su extinto progenitor, era el cuidado de sus carnales, como él les decía a todos. Era uno de esos tabasqueños del siglo pasado que se quedó ahí viviendo en ese tiempo y ese momento, pero así era feliz, porque lo que siempre pensaba era apoyar a todo el que se lo pidiera, el valor principal que pregonó sin lugar a dudas, fue la amistad, con todos los que vivían por su calle, ahí frente a la catedral del Señor de Tabasco, sus amigos y su familia, eran siempre  identificados, por el sobrenombre que llevó todo su vida, pero que además hacía honor, “El Gordo”. La referencia obligada era: “vives por la catedral, por El Gordo, si ya conocemos”. Los que lo conocimos, siempre lo recordamos con su figura airosa, mirando como Dios a los conejos, caminando con paso firme, para algunos con mirada retadora, pero cuando te acercabas a platicar con él, la realidad es que las cosas cambiaban, porque era a toda “madre”, como manifiestan las referencias que existen de él.  Pero en los últimos meses, el Gordo había estado enfermo, esa terrible enfermedad silenciosa que llevamos muchos dentro y que en ocasiones no sabemos, lo había alcanzado, lo había tirado, pero no diezmado, era un tipo que jamás se rendía, pues tenía como premisa principal, la de no dejarse caer, su orgullo tabasqueño no le permitía que lo vieran derrumbarse, por el contrario, al mal tiempo buena cara.  La enfermedad, lo zamarreo, pero volvió a levantarse a continuar su vida, sin embargo, tuvo una recaída muy fuerte, pues una infección entró en su cuerpo debilitado y por más que quiso, no logró salir. Platique con él, el pasado miércoles, en el hospital donde se encontraba, me dio gusto verlo.  Lo llevó siempre en la mente, lo vi con su pelo ondulado, o “chino”, como dicen muchos por acá, entre canoso, quizás por el reflejo de sus 60 años de vida. Fue la última despedida, con mi carnal José Luis Pérez Vera, estará siempre con nosotros sin lugar a dudas. Descansa en paz “Gordo”.

DE REMATE.- Y como despedida a todos los amigos de José Luis les dejó esta breve nota de una canción: “Cuando un amigo se va se queda un árbol caído que ya no vuelve a brotar porque el viento lo ha vencido./ Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”.