Asisten familias tabasqueñas a los balnearios de la ciudad

DIANA MIJANGOS
AVANCE
Con las temperaturas en aumento y el fin de semana para disfrutar, cientos de tabasqueños se levantaron temprano este sábado, tomaron sus trajes de baño, su protector solar y una buena cantidad de dinero, entre otros artículos necesarios, para ir a los balnearios de la ciudad, en donde inclusive algunos, celebraron su cumpleaños.
En Villahermosa, dos son los parques acuáticos que se han colocado en el gusto de las familias; “El Gordo y San Pancho”, ubicado en la carretera a Cárdenas, y “Los Delfines”, en la carretera a Nacajuca, mismos que reciben, en temporada alta, a más de dos mil personas diariamente.
El ir a nadar, chapotear, darse de clavados e incluso disfrutar de una cerveza bajo el sol, sin alejarse tanto de la ciudad, tiene un costo aproximado de 70 pesos por personas, mientras que los niños, no más altos de 1.40, pagan en promedio, 35 pesos, lo que implica un gasto de al menos 280 pesos por familia.
Las largas filas para ingresar, con gente en sandalias, shorts, acompañadas de pelotas, salva vidas y muchas risas, no se hacen esperar, pues desde momentos antes de su apertura, a las 10 de la mañana, ya hay algunos en espera de ingresar.
Una vez dentro, pueden disfrutar de cada una de las tres albercas que cada balneario tiene para ofrecer, desde chapoteaderos para los más pequeños, hasta las más profundas con toboganes para aquellos que saben nadar.
La gente empieza a llegar alrededor de dos semanas antes de las vacaciones de Semana Santa, cuando se mantiene lleno todo el día, refirió el señor Juan López, administrador de “Los Delfines”, quien asimismo, dijo que las semanas anteriores, como gozaron de baja afluencia, sirvieron para dar mantenimiento a las instalaciones.
De esta forma, en la temporada alta, todos los visitantes podrán tener la certeza de su seguridad dentro de los balnearios, donde además pueden hacer sus comidas, o comprarlas en el interior, así como las bebidas y algunas botanas.
Los niños son los que más se divierten, llegan acompañados de sus hermanos o amigos y todo el día, de ser posible, se mantienen dentro del agua, mientras que los papás –en especial las madres de familia- tienen que lidiar con ellos y convencerlos de esperar unos minutos después de comer, para evitar accidentes.
Al atardecer, los vigilantes y encargados de los balnearios, proceden a avisar a los clientes que el lugar está cerca de cerrarse, por lo que muchos niños se ponen tristes, algunos lloran, porque se tienen que salir de la muy fresca agua, luego de un agradable sábado familiar.
Mientras tanto, los administradores de los balnearios terminan contentos el día, porque además de alegrar a muchas familias, ellos inician a obtener grandes ganancias, esperando que el día de hoy, y los que vienen, sea de mayor afluencia de bañistas.