POCO A POCO LA COSA CAMBIA

MARYCHUY CASTILLO

Decir que un candidato a un puesto de elección pública usa mil y una mentiras para tratar de obtener el voto del público no es nada nuevo. Parece ser una estrategia electoral usada desde la creación de la figura del Senado en la misma roma. Más allá de la exquisita verdad de este asunto, siempre hay un halo de comedias, en donde se hace sátira de lo que dice un “elegible” como una forma humorística de sentir lo público. En la vida del ciudadano común, la eficiencia es una palabra que se reduce a un conformismo; si bien la gente sabe que un funcionario elegido no cumplirá todas sus promesas, están conformes con esperar a que haga el menor mal posible al territorio que ha de gobernar.
Gracias a los medios de comunicación, unos gobernantes se venden más eficientes que otros, todo con la intensión de seguir manteniendo presencia en el electorado y beneficios personales en caso de buscar otro puesto de elección popular. La cuestión es que, en Tabasco, el ahora Gobernador, usó, junto con la maquinaria perredista, una serie de factores que favorecieran su victoria, empezando, por la misma experiencia política con la que cuenta, sus relaciones con cúpulas empresariales y de poder en la federación, y por la sólida línea de principios con la que casi siempre se ha manejado.
Convencido, y convenciendo de que no eran mentiras las de su campaña, continúo con el ataque continuo a la administración pasada (uno de los principales pilares de sus propuestas). La convicción se ve en sus ojos, pero su palabra pierde poder ante un electorado exigente y que poco a poco se le va en contra, pues, algunos días después de 100 jornadas de su gobierno, las personas no percibe ni resultados, ni acciones. Su línea discursiva se estancó en una anáfora de la cual no parece haber ciclos concluidos, y su plan de trabajo parece haberse suspendido de un cable que se ha vuelto un hilo bastante delgado. Su gabinete no lo ayuda, pues uno tras otro enfrentan a la opinión pública con las mismas frases que el gobernante ante la falta de resultados. Gobierno de cambio de color es lo único que se nota, pero poco del cambio de estructura. El primer mandatario del estado reconoció que la evolución no sería de un día para otro, pero si no empieza por cambiar sus argumentos, poco le quedará como parteaguas y ejemplo de un devenir. Si eso es lo que pasa con 100 días de gobierno, ¿qué pasará en 200?
De testigos.- Rullán se vuelve a reír en su cara… mal procedimiento, mala receta…