Este rito no pudo ser documentado por como se habia previsto por el arqueólogo Osvaldo Murillo, el montañista Édgar Segura y el guía local Alberto Jiménez, por la niebla y lluvias de copos de nieve
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AGENCIA
PUEBLA, 04 JUL.- La expedición de ese día no resultó como esperaban. El registro fotográfico y documental de una cueva ritual que el arqueólogo Osvaldo Murillo, el montañista Édgar Segura y el guía local Alberto Jiménez tenían como misión en “los pies” del volcán Iztaccíhuatl tuvo que ser suspendido por la presencia de niebla y una ligera lluvia de copos de nieve que amenazaban con convertir ese terreno rocoso en un escenario más extremo.
Esa cueva, que podría tener presencia de materiales prehispánicos y a donde actualmente los habitantes del poblado de San Mateo Ozolco (Puebla) llevan ofrendas para pedir una buena temporada de lluvias para la cosecha, se escondió entre las grandes rocas y la niebla que caracterizan a esa cumbre, ubicada a 4 mil 500 metros sobre el nivel del mar.
Abajo, en un paraje conocido como La Joya, el arqueólogo Arturo Montero, quien desde hace 30 años se ha dedicado a la exploración de las montañas y cumbres de México, advertía que eso podía pasar. “Son los riesgos de hacer arqueología en alta montaña”, comenta.
Esa exploración que los arqueólogos volverán a retomar en los próximos días forma parte de un proyecto de estudio y documentación de la riqueza cultural y ecológica que resguardan el Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
En este proyecto encabezado por el arqueólogo Arturo Montero también participan antropólogos, biólogos, historiadores, artistas y fotógráfos, cuyos trabajos saldrán a la luz a finales de este año en una publicación impulsada por el gobierno de Puebla.