POR QUÉ?

FELIPA NERY

“Me quejaba de no tener zapatos, hasta que vi  un hombre que no tenía pies.”

El día que se descarriló el tren (la bestia) en la que viajan los indocumentados centroamericanos en su lomo, escuché a alguien dudar de la existencia de Dios, decía que si Éste existe, por qué le ocurren  cosas tan crueles a gente que está tan jodida; en ese momento me vino a la memoria una plática que tuve con don Enrique González Pedrero, en la que hablábamos de la inseguridad, de todo lo que sufrían los centroamericanos que trataban de alcanzar el sueño americano, y tranquilamente, me decía  el ex gobernador, que en la historia de la humanidad, siempre había existido la maldad que ejercían aquellos que vivían de aprovecharse de los otros de una o de otra forma, cuestión, que efectivamente, así ha ocurrido siempre. En lo particular, no soy atea, creo que debe existir un Ser Superior –quizá se llame Dios, Allah, Jehova,  Yahveh, Jesucristo-, o como se llame en las distintas religiones, que habrá creado este universo, y que por supuesto, jamás pensó en el mal, sino en el bien de todos los seres que habitaran este espacio; sin embargo, somos nosotros, los seres que habitamos este planeta los que con nuestras ambiciones, codicias, envidias, deseos, rivalidades, rencores, nos provocamos tanto daño a nosotros mismos y ninguna forma de control que se ha inventado para someter y controlar a los hombres, ha dado resultados hasta hoy, porque primero cuando se decía que Dios, a través de la iglesia era el que designaba a los monarcas, estos se aprovechaban de la colusión de su poder, para someter al pueblo y después, cuando muchos pueblos nacieron a la vida democrática, esta tampoco ha cambiado la situación, los mismos vicios han seguido prevaleciendo, a pesar del cúmulo de leyes que se crean para tratar de mantener el orden con la intensión de preservar la especie humana. Así es que todo lo que acontece, no es porque Dios quiera hacerle mal a los que están más amolados, sino que es producto de la descomposición, de la maldad y la perversidad de los mismos hombres. Si estos centroamericanos ponen en riesgo sus vidas –al igual que lo hacen muchos mexicanos—para tratar de buscar en los Estados Unidos un empleo que les permita alcanzar un nivel de vida que les permita vivir con dignidad a ellos y a su familia, es porque en su país esto no lo tienen, porque sus gobiernos no han tenido la capacidad de generar un estado de bienestar social. Los centroamericanos salen de sus terruños con la ilusión de ganar billetes verdes para vivir mejor, pero la desgracia atrapa a algunos y regresan a su tierra en ataúd, cuando mueren en un accidente, otros regresan mutilados de sus piernas al caer del tren, pero  en estos tiempos de tanta maldad en México, cuántos no habrán sido desaparecidos sin que sus familiares puedan volver a saber de ellos.   Después del descarrilamiento del tren el pasado domingo por la madrugada, en una comunidad de Tabasco, ocho hondureños regresaron a su país en ataúd en un vuelo especial. Así de crudo y triste es este mundo.