31 MINUTOS Y MÉXICO

MARYCHUY CASTILLO

“Dichosos los que eligen ser pobres,porque esos tienen a Dios por Rey”

Televisión educativa en las grandes cadenas de comunicación mexicana, es lo que menos vemos en las horas de transmisión. En vez de eso, encontramos programas embobantes; telenovelas, recuento y avances de telenovelas, programas tipo revista, eventos deportivos cada vez más violentos, reallity shows con temáticas degradantes. Los contenidos educativos son mal integrados en concursos de mecánicas denigrantes para quienes observan y quienes participan, pero sobre todo, para exponer lo mal que andamos en cuanto a educación a nivel país y peor todavía, exhibiéndolos de una forma en que se le pueda sacar provecho económico y con el mismo fin (el de mantener controladas y sometidas a las masas). La cultura es nula en todo aspecto.
En contra posición, en países como Chile se trata de integrar a los programas televisivos contenidos temáticos de calidad. 31 minutos, es un concepto que nace de la necesidad de dar a conocer la cultura chilena a los niños. Según los creadores del programa, Álvaro Díaz y Pedro Peirano, los papás era un público ya perdido, no había mucho que hacer por ellos. Por otro lado, los niños podían ser el nuevo target de la audiencia de los medios para educarlos. El programa 31 minutos, es un noticiero conducido por marionetas, entre los que destacan Tulio Treviño (el conductor, sacado de cualquier lado y que el día de hoy tiene la oportunidad de fama), Juan Carlos Bodoque (el periodista frustrado porque nadie reconoce su trabajo y tiene un trabajo mediocre) y Juanin Juan Marín (el productor trabajador explotado). Se destina sobre la línea, una historia que acompaña la presentación de las notas; recibir un premio importante, cambio de administración, la pérdida de un valiosísimo reloj, la aparición de un Dios. La mayoría de las notas presentan temas, ligeramente tocados, de ecología, cultura, antropología e historia. Se incluyen además, algunas canciones, una sección de opinión de niños y una miniserie de un super héroe llamado calcetín con rombosman, que fomenta la divulgación de los Derechos Universales de los niños. Un par de notas son curiosas o causan risas.
Los resultados contemplados en la sociedad de Santiago, han arrojado que los niños se han interesado por investigar alguno de los tópicos que ven en el programa; lo usan para hacer tareas, para comprar algunas revistas de conocimientos generales, lo preguntan a sus padres o han investigado por su cuenta. No cabe duda que aunque sea poco, es significativo el impacto de programas de esta naturaleza.
Eso pasa en otras naciones, en donde un proyecto como el de 31 minutos se pulió sobre la marcha y terminó identificando con la niñez y sobre todo con la educación. Acá, se expone que los adultos saben menos que un niño de primaria, o con nombres intencionalmente mal escritos como: Cien mexicanos dijieron. No creo que vayamos por buen camino.