Abatir es matar

FELIPA NERY

“La paz sólo puede durar donde los derechos humanos son respetados”DALAI LAMA

Al cumplirse el 30 de junio un año de la matanza de Tlatlaya, el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro, presentó un informe en el que documentan que la orden clara y por escrito que recibieron los militares fue: “abatir a delincuentes en horas de oscuridad”. Esto motivó a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, a solicitar a la Secretaría de la Defensa Nacional, que explique el contenido, alcance y términos de las directrices militares y en especial de la palabra “abatir”, a fin de que sean analizados y se evite usar “un lenguaje que pueda prestarse a confusiones o ambigüedades”. La CNDH sólo debería revisar los comunicados emitidos tanto por la SEDENA, en los que informa de los “delincuentes abatidos”. Por ejemplo: el 25 de enero del 2011, dio cuenta de un enfrentamiento con sicarios en cinco municipios de Nuevo León, que dejó un saldo de siete muertos, el comunicado señala: “El identificado como “comandante Lino”, fue abatido en los límites de los municipios de El Carmen y Escobedo”. El 11 de abril del 2012, reportó: “un líder criminal en la plaza de Cerralvo fue abatido junto con dos cómplices durante un enfrentamiento que sostuvieron con el ejército”. El 7 de diciembre de 2011, el ejército mexicano, mediante solicitud de información dice: “en lo que va del sexenio, fueron abatidas en esa entidad –se refiere a Nuevo León-, 583 personas, de las cuales 425 fallecieron en 2011”. Las investigaciones que señalan la ejecución de 12 ó 15 personas en Tlatlaya, surge a partir de las declaraciones de la señora “Julia”, quien refiere que sí hubo enfrentamiento con los militares, pero después los supuestos delincuentes se rindieron, pero el ejército los mató. El Centro de Derechos Humanos solicitó a la Corte Penal Internacional investigue posibles delitos de lesa humanidad en México, y a la Relatoría Especial sobre las Ejecuciones Extrajudiciales Sumarias o Arbitrarias, de la Organización de las Naciones Unidas, que emita un llamamiento urgente sobre este caso para que se evite este tipo de órdenes a los militares. Sin duda, la primera la orden de “abatir”, de “matar”, vino del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Felipe Calderón, quien en 2007 advertía: “…Será una guerra de largo plazo, que no será fácil ni rápido ganarla, que tomará tiempo, que tomará recursos económicos, vidas humanas… hoy, ganar la guerra a los enemigos de México, al crimen organizado, exige la acción conjunta de la policía de manera eficiente”. ¿Cuántos “abatidos” ha dejado esta guerra?. En una entrevista al periódico El Universal, el general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional decía que el enfrentamiento en Tlatlaya fue cercano al “número 800 en lo que llevamos de la administración”, que fue manejado “como los otros 799”. Y a cuántos “abatió” el ejército con Felipe Calderón. El general dice, en relación al juicio que se sigue a los militares por Tlatlaya “…tenemos que esperar todos el veredicto del juez, nada más”, pero no sólo los militares deben ser juzgados, también quien han dado la orden de matar, de abatir, de exterminar, porque en esta “guerra”, se han cometido violaciones atroces a los derechos humanos, no sólo de los presuntos delincuentes, sino también de la sociedad civil.