¿Quién mató al comendador?

Por: Felipa Nery

A los políticos de primer nivel, empezando por el Presidente de la República, los ministros, senadores, diputados, secretarios y por supuesto gobernadores de las entidades federativas, el Papa Francisco les dijo en Palacio Nacional el sábado por la mañana: “La experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficios de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia, e incluso, el tráfico de personas”. Ayer martes el pueblo de una de las colonias más populosas de nuestra ciudad, La Manga I, de las que más padecen de pobreza, desempleo, desintegración familiar, drogadicción en jóvenes, marginación y extrema pobreza, enardecidos, mataron a un joven que fue señalado de haber intentado violar a una menor; lo siguieron, se encerró en una casa de donde no salía, le prendieron fuego para obligarlo a salir y cuando trataba de huir, lo detuvieron, golpearon y finalmente, de un machetazo en el cuello, le quitaron su improductiva vida. A raíz de los altos índices de violencia que vivimos en la entidad, principalmente los robos y asaltos a transeúntes, en casa habitación y negocios, los vecinos se han empezado a armar de valor para detener a los delincuentes y golpearlos, hace apenas una semana por la zona del ADO, un ladronzuelo fue detenido y amarrado de cabeza, con los pies hacia arriba, y así habían ocurrido otros casos, en Pomoca, en Cárdenas con tres policías, donde la población los golpeó hasta el cansancio, pero afortunadamente, no los mataron. Fue hasta ayer cuando se registró el primer asesinato de un delincuente por parte de una turba enardecida y harta de la impunidad y falta de actuación de las autoridades que deben ofrecer seguridad y justicia a la población, y no lo hacen, por lo que decidieron hacer justicia de propia mano. Este es el resultado de lo que el Papa Francisco decía, esta es la respuesta a la falta de actuación de las autoridades que han llegado al poder y que sólo han procurado su bienestar propio, sin importarles la suerte que corra el pueblo. Las Mangas y Gaviotas, son un grito de desesperación de toda la exclusión social que ahí se vive, tan sólo a unos pasos del Palacio donde despacha el gobernador y del corazón de la antigua Villahermosa. Todos saben de los altos índices de delincuencia en esa zona, de la droga que ahí corre, principalmente entre los jóvenes que no van a la escuela y que tampoco trabajan, pero nadie hace nada; el año pasado se presentaron las encuestas que daban cuenta de toda esta situación, pero no hemos visto el trabajo que procure revertir esa penosa realidad, por el contrario, en la administración del secretario de Seguridad Pública, Audomaro Martínez, la Federación envío recursos federales para atender estas problemáticas con los jóvenes, y los resultados fueron que hubo corrupción en el manejo de los recursos, hubo simulación en las acciones y cero resultados. Por ello, es precisamente en esta colonia, donde tenemos la primera víctima de la justicia de propia mano por parte de la comunidad. Hoy Fernando Valenzuela dice que investigará quién mató a este muchacho. Seguramente la comunidad le dirá: “Fuente Ovejuna señor”.