Un río de bolsas de basura malolientes serpentea a través de los suburbios de Beirut, algo visto como una plaga surreal y poco higiénica en la cosmopolita capital de Líbano.
Un vertedero desbordado, que se extiende a lo largo de cientos de metros en la municipalidad de Jdeideh, es consecuencia de una crisis de meses en Beirut, un símbolo —y una consecuencia— de la política disfuncional en el país.
“Este solía ser un lugar hermoso, pero mírenlo ahora. Ni siquiera podemos caminar por acá”, dijo Jawanah, una habitante que solo dio su primer nombre, a CNN.
Los problemas empezaron cuando las autoridades cerraron el vertedero principal de Beirut en julio, pero no proporcionaron una alternativa.
La basura empezó a acumularse, asfixiando las calles de la ciudad y provocando violentas protestas que llevaron al despliegue del Ejército.