La sangre corre

Por: Felipa Nery

La madrugada del domingo la policía federal detuvo en la Ciudad de México al dirigente de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, Rubén Nuñez Ginés, quien de inmediato fue trasladado a un penal federal de Hermosillo Sonora y puesto a disposición de un juez, quien lo reclama por el presunto delito de robo agravado, por supuestos hechos ocurrido en el 2015, que a decir de la Procuraduría General de la República, consisten en el robo de libros de texto gratuito propiedad de la Secretaría de Educación Pública, en los que además resulto lesionada una persona, además se le acusa de lavado de dinero por unos 132 millones de pesos. Ante estos hechos, los agremiados de la CNTE, le han expresado su respaldo y han manifestado que no cesarán en su lucha; asimismo, Andrés Manuel López Obrador reclamó su libertad y ha anunciado una movilización y concentración en el zócalo de la Ciudad de México, para reclamar su libertad, el próximo 26 de junio. El presidente de la República Enrique Peña Nieto, que en una entrevista al periódico La Jornada dijo no encontrar motivos para el mal humor social, e identificó en las redes sociales la nueva plaza pública, ahora, con estas movilizaciones sabrá que la irritación no se descarga solo en las redes sociales, sino también en las calles, por lo que tiene que tener mucha cautela en la atención de estas manifestaciones que desde hace buen rato brotaron en entidades como Guerrero, Micoacán y Oaxaca, y que en los últimos meses llegaron a Chiapas y más recientemente, a Tabasco, donde ha corrido la sangre, porque las autoridades estatales optaron por la represión violenta, sin medir el grado de irritación y odio que traen en su interior los indígenas de la zona de Tamuté de las Sabanas, donde la Coordinadora Nacional de Trabajadores acudió a agitar para levantarlos y hacer mayor eco a sus protestas por la obligatoriedad que ahora tienen los profesores de someterse a exámenes de conocimiento para tener derecho en la permanencia de sus plazas. A los padres de familia de las zonas indígenas les dijeron que se privatizaría la educación, que sus hijos debían pagar los libros de texto gratuito y éstos salieron a exponerse y fueron los primeros reprimidos, a los que les rajaron la cabeza, los hirieron con las macanas y las balas de goma que lanzaron la mañana del pasado viernes para dispersarlos y liberar la carretera Villahermosa-Frontera que tenían bloqueada; pero la represión violenta no los contuvo, por el contrario, creció, retuvieron a reporteros, fotógrafos y camarógrafos por más de 10 horas, la noche del sábado agredieron a un ciudadano, a quien le quemaron su camioneta, causaron ruptura a la carretera para evitar la circulación vehicular y persisten en sus protestas. El gobierno federal y el estatal tienen que actuar con cautela, porque no son solo los maestros y padres de familia, sino que también es la iglesia, partidos y muchas manos metidas, interesadas en sacar ganancias de esta raja política. El campo está minado y puedo explotar.