Por: José Martínez
Honrar, honra, dice la voz popular. Un tema difícil de entender en nuestros días es la solidaridad. Hoy ver que una persona ayude a otra, causa extrañeza. Incluso es vista como una ingenuidad. Se nos han ido olvidando los valores y principios se enseñaban en casa y en la comunidad. También el respeto hacia los demás, e incluso a nosotros mismos.
El filósofo español, Fernando Savater, en su libro “El valor de educar”, señala que la solidaridad es un rasgo propio de las personas muy humanas. Habrá quien ni siquiera intente mostrarse humano o quien lo intente y no lo logre, junto a los que triunfan en ese noble empeño. Nacemos humanos pero por las características físicas, pero no basta: tenemos también que llegar a serlo en nuestra conducta. Es necesario a veces enfrentarse a obstáculos de la naturaleza o de nuestros semejantes.
Difícil situación. Nos hemos dedicado a darle más tiempo a un televisor, a una tableta, y a una computadora, convirtiéndonos en autómatas… con poca o nula sensibilidad. Nos cosificamos.
Hablar de solidaridad en México nos remite a un noble esfuerzo que tomó forma hace 50 años. Una acción de soldados mexicanos que se convirtió en un plan. Es una labor silenciosa, que sólo cobra notoriedad en tiempos de desastres masivos, pero que está allí de manera permanente.
Se trata de los militares que integran el Plan de Auxilio a la Población Civil en Casos de Desastre (Plan DN-III-E), de la Secretaría de la Defensa Nacional. Elementos que son identificados por traer a un costado de sus brazos, un brazalete en color amarillo.
La mayoría de los estados de la República han sufrido de fenómenos catastróficos. Terremotos, sequías, incendios, inundaciones, hasta emergencias sanitarias. Es cuando los elementos que forman ese grupo asumen diversas actividades para salvar vidas, atender a damnificados y evitar males mayores.
En Tabasco se les vio en el 2007, en la llamada gran inundación. Luego en el 2009, y más recientemente en el 2013, cuando en el municipio de Centro y Balancán se presentaron lluvias atípicas.
En estos días se conmemora con actos variados el 50 aniversario de la integración del Plan DN-III. Su labor ha traspasado fronteras, porque también han acudido a los pueblos en desgracia en otros países.
En Tabasco los vimos uniformados cocinar, cargar niños y ancianos, curar a heridos, desmontar, limpiar calles, servir café, instalar albergues y platicar con familias desesperadas; bajo la lluvia, el lodo, el sol, el frío, como si verdaderamente fueran inmunes a las enfermedades.
En muchos casos nadie les preguntó si estaban bien o si habían probado alimento, si habían descansado, sólo eran soldados que debían servir a la población, ayudar al máximo. La disciplina y el compromiso.
Este mes que se cumplen los 50 años del Plan de Auxilia a la Población en Casos de Desastre, conocido como el DN-III, quiero compartir el reconocimiento a este esfuerzo. Dijo el comandante de la Trigésima Zona Militar, Agustín Radilla, que ellos están para servir a los mexicanos sin hacer distinciones. Me parece que es la esencia de la corporación militar nacida en México como un ejército popular. También lo bueno cuenta.
HABERES
PARA quienes gustan de andar esparciendo rumores a través de las redes de internet el titular de Seguridad Pública, Miguel Matamoros, advirtió que podrían alcanzar hasta dos años de cárcel. En Oaxaca, la policía detuvo a un individuo que engañó a la policía con un falso reporte. ¿Qué harán con quienes aprovechando su cargo como diputados difunden rumores?
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