Por: José Martínez
La industria petrolera sin duda genera riquezas pero también puede ser una de las actividades más destructivas en el mundo. Representa una de las fuentes de riqueza económica de mayor importancia de los últimos siglos, y en México llegó a representar más del 40% de los ingresos nacionales. Es decir, el petróleo, desde la entidades donde se extraía prácticamente mantenían al país.
En Tabasco su presencia se dio a mediados del siglo pasado, y uno de los primeros sitios donde empezó dicha actividad fue en la zona colindante con Veracruz, la zona costera de Cárdenas y Huimanguillo.
En esta parte del territorio mexicano, la entonces paraestatal Petróleos Mexicanos realizaba sus labores como ellos sentían debía hacerse; es decir, sin ningún cuidado hacia el ambiente, y sobre todo a las comunidades donde se extraía el petróleo.
El argumento: “producían” la riqueza nacional y nadie podía decirle nada. Resultados: después de cinco décadas de haberse iniciado la actividad petrolera en esas zonas de la entidad tabasqueña, los sitios contaminados por dicha actividad, y sin que a la fecha sean remediados, son una realidad.
La contaminación continuó en diversas zonas de Tabasco con Pemex y luego se extendió con las empresas que le trabajaban. Así se desató en la entidad un boom de compañías que daban tratamiento a los suelos contaminados con petróleo, pomposamente denominado “remediación”.
Fue un “maquillaje verde”, como una organización internacional bautizó al hecho de que se colocara arena sobre los mares de petróleo derramado en algunos sitios del estado; por encima se ven bien, pero si alguien entierra una vara emerge el hidrocarburo crudo. Sobra decir que estas empresas cobraban millones de dólares a Pemex para dar su “tratamiento” a estos suelos contaminados. Moches de por medio.
La situación descrita siguió hasta nuestros días. Esta semana la recordaron pobladores del municipio de Jalpa de Méndez, quienes han tenido la suerte de que una compañía que “trata suelos” a la empresa petrolera, se asentara en su comunidad. A cielo abierto estén dando tratamiento a estas tierras contaminadas, con repercusiones de salud en su población.
Esta empresa ha demostrado que nada puede hacerle, en cuestión de orden industrial, la recién estrenada Agencia de Seguridad Industrial y Protección Ambiental en materia de hidrocarburo. Fue clausurada pero continúan trabajando.
La manera como ha trabajado Pemex, da como resultado mucho descontento social, y con justa razón. Eso lo saben en Profepa y en la Sernapam, sobre todo el secretario Ricardo Fitz, antes activista cercano a lo ambiental.
Hoy continúa en el olvido la Ley general de Cambio Climático que obliga a la promoción de fuentes de energías renovables para sustituir los combustibles fósiles.
Sigue la lógica federal de repartir una mínima fracción las utilidades de la extracción petrolera, concentrar la mayoría, y socializar los impactos negativos. ¿Hasta cuándo?
Tabasco está en el punto de ebullición: carreteras destruidas, pozos que contaminan, habitantes que enferman, viviendas y cultivos destruidos; es el territorio una zona desértica creciente en la producción agropecuaria que fue un pilar envidiable de la economía
HABERES
CÉSAR Duarte puso un pie lejos de la justicia. Veracruz ya debe tener a estas horas un gobernador interino. Aunque está acusado de todo asegura que no teme ir a la cárcel, y que además no huirá del país. ¡Vaya valentía de este señor! Ojalá y no haya negociado con el Presidente, de quien jura y perjura que fue brazo derecho en la campaña del 2012.
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