‘La literatura, como los sueños, se alimenta de la realidad’: Rey Rosa

En entrevista responde que el escritor se imagina situaciones de cómo le gustaría que fueran, “uno tiene miedo de cómo fueran en la realidad, es como los sueños que se alimentan de la realidad pero son algo distinto”.

“A quien le guste la literatura el hacerlo es lo importante, y luego el llamado éxito venga o no, no es tan importante; el gran premio es el darse tiempo inventando historias, ése es el gran lujo, aparte del éxito que se puede agradecer, pero no es lo importante”, insiste.

A los jóvenes les comparte que para él es casi igual empezar el cuento y terminarlo, “dejo que el subconsciente vaya dictando, sólo te va llevando y, generalmente, uno siente cuando termina”.

“A Cárcel de árboles lo escribí en dos o tres meses, rápido, pero es uno de los cuentos que más esfuerzo me ha llevado; entonces leía mucho lingüística, de toda clase, observaba la naturaleza, leía a (Charles) Dickens y tuve la suerte de articular las ideas en un relato”.

Reconoce que en su novela El material humano relató parte de su vida.

“A mi madre la secuestraron seis meses, de junio hasta diciembre del 81, y a mí me tocó negociar y entregar del dinero porque mi padre reaccionaba muy mal; me tocó vivirlo muy de cerca y aunque al principio no quería ni podía escribir de eso, más tarde se volvió como una especie de alimento, un pretexto para escribir”, explica.

Dice que a la fecha, el clima social en Guatemala ha cambiado, pero no ha mejorado, perdieron la lucha los marxistas y se fortaleció lo otro, que es una especie de dictadura militar y económica.

“En Guatemala lo único que cambió para mejor fue la libertad de prensa que no existía y otra cosa que pasó es que hasta el 95 el ejército hacia redadas para llevarse a niños; eso a partir de los Acuerdos de Paz no se volvió a repetir”, indica.

–En México no han enjuiciado a ningún presidente…

–Porque no se han portado tan mal, en Guatemala hay un descaro –responde.

Rey Rosa, explica que los años 80, en Guatemala, eran los peores de la violencia, del genocidio, “en ese momento no se podía hablar de genocidio, pero hoy sí se ha comprobado”.

Al término de la entrevista, una de las participantes del maratón de lectura, Marcela Martínez Montero, invidente que estudia el quinto semestre de Idiomas, inglés y francés, le regala el fragmentó que leyó en braille de la obra Lo que soñó Sebastián.

A las doce horas con treinta minutos, Rey Rosa conversa sobre su obra en el vestíbulo del CIVE con el cuentista mexicano Eduardo Antonio Parra y alumnos de la UJAT.

El ensayista Carlos Coronel, y los alumnos David Fernando Villalobos Castillo y Osiris Mendoza Osorio, leen reseñas de la obra de Rodrigo Rey Rosa.

En el conversatorio, Rey Rosa dice que en su juventud, “en Guatemala no podía uno leer, la prensa era completamente silenciosa, cómplice en cierta manera, lo cierto es que estando en Guatemala no podías saber lo que ocurría”.

“Fue hasta que estuve en Nueva York donde empecé a ver de manera más objetiva las matanzas que ocurrían y a enterarme que unos 35 mil campesinos se vinieron a México. Eso, en Guatemala, no se decía con esa cifra”, señala.

Comenta que estando fuera “ves mejor, pero también es como el hombre que va en el desfile, que no lo ve también como el que lo ve pasar. Si somos espectadores tenemos una visión más completa de lo que ocurre”.

“No me fui del país por persecución política, me fui porque había una especie de falta de oxígeno, no se podía leer libros, no se podían ver películas que tuvieran cualquier referencia al socialismo, me fui por conocer al mundo y por hartazgo”, expone.

Dice que muchos de sus amigos murieron en ese año y que se alegra de haberse ido porque, en cierta manera, era un país muy peligroso.

El maestro de la novela corta explica que la distancia da una visión más completa del entorno, y, por otro lado, al escribir uno acude a su pasado, a sus vivencias, “el momento en que decidí irme coincidió con el momento en que decidí ser escritor”.

“En esos tiempos de soledad en el extranjero, Guatemala era como mi interior, pero también mi materia prima, porque contribuía a través de la imaginación a la escritura”, les platica Rey Rosa a los alumnos, en el escenario que tiene como telón de fondo la Laguna de las Ilusiones.