El gobernador Arturo Núñez Jiménez encabezó el 106 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, en una ceremonia en la que se urgió a continuar afianzando el programa social y político que, en casi cuatro años y aún ante adversidades, ha permitido enmendar el rumbo de Tabasco y revertir la situación de desastre financiero encontrada en 2013.
Orador oficial en el acto cívico efectuado este domingo, el diputado José Antonio de la Vega Asmitia, afirmó que los principios de la Revolución Mexicana están más vigentes que nunca en la entidad, y aseveró que el mejor homenaje a este movimiento es lograr que sus postulados sigan traduciéndose en una mayor calidad de vida para la gente, así como en una mejor democracia, educación y justicia.
Subrayó que bajo los principios revolucionarios, que guían toda vida pública honesta, en Tabasco la administración de Arturo Núñez, como primer gobierno de la alternancia, ha logrado poner orden en las finanzas, restructurar y pagar la deuda pública y privada heredada, armonizar su marco jurídico constitucional y modernizar las normas obsoletas que formaban parte del antiguo régimen.
En nuestro estado, acentuó, el interés de los tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, cada uno en sus funciones coordinadas, es responder a los reclamos de justicia social, con un renovado impulso al desarrollo, leyes modernas, finanzas públicas sanas, la desactivación de mecanismos autoritarios, una administración de justicia eficaz y una lucha frontal contra la corrupción.
El presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Congreso local, dejó claro que todo eso es una señal inequívoca de que el objetivo fundamental es continuar con el programa, aún inacabado, de la Revolución Mexicana.
De la Vega Asmitia sentenció que el legado institucional del movimiento iniciado en 1910 nos ha posibilitado avanzar en la transición democrática, entrar en periodos de consolidación política y, a los tabasqueños en específico, alcanzar la alternancia y con ello el desmantelamiento del régimen autoritario que se había implantado por encima de los mandatos constitucionales.
Apuntó que las aspiraciones de la Revolución no son el programa de un solo partido político, y advirtió que la historia ha demostrado que su legado pertenece a todos y está por encima de quienes, durante casi ochenta años, se autoproclamaron como herederos exclusivos del discurso revolucionario.
Sus postulados, estableció, no fueron para crear un solo partido, sino para que todas las fuerzas políticas (que también contemplan aspectos del programa revolucionario) y los gobiernos se desarrollen bajo el aura de su programa social y constitucional.
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