Estaban en la Ciudad de México

Por: Felipa Nery

Los padres de familia de las tres jovencitas del nivel de secundaria que habían desaparecido desde el pasado jueves, respiraron con tranquilidad desde el domingo pasado, cuando fueron informados que sus hijas estaban sanas y salvas en un albergue del DIF de la Ciudad de México, según los informes dado por el Fiscal del Estado, las jovencitas no habrían sido llevadas por la fuerza hasta aquel lugar, sino que viajaron por su propia voluntad. También la sociedad en general estaba conmocionada con esta desaparición de las estudiantes de la secundaria técnica No. 43 de la colonia Miguel Hidalgo, pues no faltó quienes decían que habían sido subidas por la fuerza a una camioneta, por lo que pudieron haber sido raptadas para cometer el delito de trata, o explotación sexual. Al parecer, nada de esto ocurrió, que las jovencitas no fueron objeto de ninguna agresión sexual, que ellas llegaron por sus propios pies a las oficinas del DIF en la Ciudad de México, donde fueron atendidas y dieron parte a la Fiscalía del Estado de Tabasco que había emitido la alerta Ámber desde que su padres informaron de la desaparición de las mismas. Desafortunadamente, estas no son las primeras jovencitas que desaparecen y que provocan conmoción en la sociedad, sobre todo, por la situación de violencia que vivimos en el país y particularmente en la entidad, se alarma, no sólo a sus padres, a sus familiares directos, sino a la sociedad en general que entra en pánico, al no saber la magnitud de lo que pueda estar ocurriendo en Tabasco, a causa de la inseguridad en la que vivimos. Un gran número de las jovencitas de las que se han emitido alerta Ámber, han aparecido sanas y salvas, y se ha tratado de casos, en los que las adolescentes, en su mayoría, se salen de sus casas porque les llaman la atención o les prohíben salir con sus amigos, o a las fiestas, por lo que ellas optan por escaparse. Es claro, que las jovencitas no saben todos los peligros que pueden correr al salirse de sus casas y estar en las calles, con quienes se hacen pasar como sus amigos, sobre todo, cuando se trata de personas mayores de edad que ellas. Hace falta, que no sólo sus padres, sino a través de los medios de comunicación masivos, se difunda, con mayor insistencia y permanencia, de los peligros que corren las jovencitas y también los jovencitos, al caer en las redes de las bandas que se dedican a la explotación de menores, a quienes utilizan para el comercio sexual y la pornografía, a quienes mantienen en calidad de secuestrados explotando en beneficio de esos delincuentes que se aprovechan de ellos y en muchas ocasiones algunas aparecen asesinadas en otros lugares. Por fortuna, a estas adolescentes que llegaron hasta la Ciudad de México, no les ocurrió nada malo, pero desgraciadamente, no todas las jovencitas corren la misma suerte. Esperemos que las autoridades trabajen más en el uso de los medios de comunicación, para hacer conciencia entre las jovencitas, labor que debería ser tarea de los  padres, pero desafortundamente, a quien menos escuchan, o quieren escuchar las adolescentes de estos días, son a sus padres y familiares.