¿Conviene a AMLO perder en Edomex?

POR: Sinuhé Casanova Magaña

Después de la jornada electoral del pasado 4 de junio en Coahuila, Estado de México, Nayarit y Veracruz, vale la pena revisar los resultados y sugerir algunas hipótesis rumbo a la elección presidencial del 2018.

De las cuatro votaciones y con base en los resultados preliminares respectivos, se observan los siguientes tendencias (aproximadas): el PRI con poco más de 2 millones 880 mil votos; Morena con más de 2 millones 470 mil; le sigue el PAN con un millón 860 mil y por último el PRD con un millón 320 mil. Estos dos últimos partidos fueron en alianza en Veracruz y Nayarit.

En una competencia siempre hay un ganador y, a simple vista, en este caso fue el PRI. Eso indican los resultados preliminares y lo que sigue ahora es que los partidos políticos recurran a las herramientas jurídicas para quejarse donde crean que no se hicieron bien las cosas. Aunque el trabajo del INE y de los institutos locales una vez más da cuenta que sirven al gobernante en turno, por tanto, difícilmente puedan avanzar los procesos de impugnaciones; ésta será la última oportunidad que tienen dichos organismos de actuar con apego a Ley y mejorar su imagen ante los ciudadanos. Otro tema a revisar.

La joya de la corona en esta elección es, sin duda el Estado de México. A simple vista es muy probable que lo retenga el PRI, pero si revisamos los detalles, el poco margen de triunfo y la opacidad de los institutos electorales, tanto nacional como estatal, el que resulta con un crecimiento sin precedente como partido es Morena. Si sumamos los votos de la izquierda, encontramos que poco más del 50% de los ciudadanos que votaron se inclinaron por esta opción; el PRI estaría obteniendo poco más del 30% de la votación. Es decir, un probable gobernador con poca aceptación.

Quizás es por esto último que le sea más conveniente a AMLO y a Morena que los resultados se queden así, sin un proceso de impugnaciones meticuloso, aunque existan elementos deben de manejar adecuadamente la virtual derrota; de lo contrario daría pauta a que sus adversarios políticos sigan relacionándolo con una posición intransigente y ‘peligrosa’. Es decir, aunque tengan los elementos para impugnar la elección -que no dudo existan-, por estrategia rumbo al 2018, lo mejor sea pensar en el futuro. Es indudable la alta captación de votos y cómo pusieron contra las cuerdas al PRI, ya que al involucrarse a un proceso de impugnación (legal) sus adversarios iniciarían otra campaña de desprestigio, de esas que ya conocemos y que finalmente sí merman; quizás ahora menos, pero finalmente son golpes políticos.

Con esta acción o estrategia, le puede dar mayores elementos a su discurso de ‘la elección de Estado’, de la compra de conciencias, de lucrar con la necesidad de las personas, de cómo no actuaron los órganos electorales ante la intromisión de funcionarios públicos o con la famosa tarjeta rosa, entre muchos elementos más. Quizás la estrategia de posicionamiento hacia el 2018 le sea más útil en lo mediático que en lo sustantivo (aquí confieso que lamento escribir esto pero es el reflejo de la poca credibilidad que tengo como ciudadano ante algunas instituciones). Es decir, que ahora AMLO podría usar las estrategias que sus adversarios han recurrido para el golpeteo político.
¿Qué pasaría si Morena finalmente triunfa en el Estado de México? Su primer desafío sería nombrar un buen gabinete. Luego las expectativas son muy altas y por tanto los ciudadanos esperarían resultados inmediatos. Al estar tan cerca el proceso electoral federal del 2018 esta exigencia podría mermar el crecimiento opositor en Edomex. Aplicará lo mismo si el triunfo lo tiene el PRI: al primer robo, ejecución o cualquier acción que pueda manchar el inicio de la administración, cobraría mayor fuerza el sentido de seguir apoyando a la izquierda.
Quizás a quien más le conviene la muy cerrada diferencia en Edomex, es al propio López Obrador. Hay derrotas que son victorias.