Además del presupuesto del gobierno

Por: Felipe Nery

El Instituto Nacional Electoral anunció que solicitará un presupuesto de 25 mil millones de pesos para el 2018, que incluye seis mil 788 millones de pesos que le corresponderán a los nueve partidos políticos nacionales con registro. Lo peor de todo esto es que no es sólo ese el presupuesto que se gastará en las campañas del 2018, en las que se elegirán Presidente de la República, senadores, algunos gobernadores ‘entre ellos el de Tabasco–, diputados federales, presidentes municipales y diputados locales–, sino que además cada órgano electoral de las entidades federativas recibirá su respectivo presupuesto para organizar las elecciones locales y también para repartir otras cantidades millonarias a los partidos políticos; pero lo más grave es, que el dinero que se invertirá en las campañas no será sólo el presupuesto del INE y de cada uno de los Organismos Públicos Locales Electorales, sino que gran parte de los presupuestos del gobierno federal, de las entidades federativas y de los municipios, se utilizan con fines electoreros, no tienen proyectos que tengan como fin sacar de la pobreza a los millones de mexicanos que carecen de empleo para obtener el sustento diario que les permita vivir de manera digna, como seres humanos. Todos los gobernantes, emanados de todos los partidos políticos, han aprendido la escuela de la utilización de los recursos públicos con fines electorales, es decir, para tener el voto de los ciudadanos, o para impedir que voten, y así alzarse con el triunfo. El pasado domingo la iglesia católica a través de la Arquidiócesis Primada de México divulgó un editorial en el que cuestiona el histórico presupuesto que pretende obtener el Instituto Nacional Electoral, y que debería tener una mayor difusión entre la grey católica, para alertar a los electores, sobre la forma en que se derrocha el presupuesto público por parte de los partidos políticos y sus militantes, mismos que cuando acceden al poder se olvidan de los ciudadanos, por los que decían luchar cuando estaban en campaña y ofrecían transformaciones inalcanzables, porque son personas que lo que menos les interesa es ayudar a superar el rezago social en el que viven unos 55 millones de personas en México, según el CONEVAL. Los partidos y los políticos que van en busca del poder a través de sus siglas, han aprendido que a través de la partidocracia, pueden darse altos niveles de vida que les permite viajar, disfrutar de casas, autos, lujos y todos los placeres con cargo al presupuesto público, porque la sociedad a la que representan, son personas que no tienen ni educación, ni cultura cívica, no saben que hay posibilidades de exigir tanto a partidos, como a gobernantes que rindan cuentas sobre la forma en que se gastan cada peso porque ser democráticos es practicar la rendición de cuentas; el pueblo está cansado de insistir, al darse cuenta de las confabulaciones que existen para no informar del uso del presupuesto público.