Felipa Nery
Contrario a los principios de solidaridad humana promovidos por la Organización de las Naciones Unidas, los Estados Unidos de Norteamérica y de manera directa su presidente Donald Trump está dando un trato de delincuentes a los migrantes centroamericanos, en especial a los mexicanos, contra quienes no deja de expresar su fobia, por considerarnos como lo peor; al menos, esto se entendió la semana pasada, en la reunión de los líderes del G-7, cuando amenazó al primer ministro de Japón, Shinzo Abe, con mandarle 25 millones de mexicanos “y te quedarás sin trabajo muy pronto”, le dijo. La Convención de Ginebra de 1951 establece que “no se podrá expulsar o devolver a una persona refugida a las fronteras de territorios donde su vida o su libertad peligre por causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas”, sin embargo el gobierno de Donald Trup, no sólo está devolviendo a su país a muchos centroamericanos y mexicanos que han logrado poner el pie en el suelo americano, con la finalidad de buscar nuevas oportunidades de vida que no encuentran en sus países; por supuesto que lo hacen muchos, huyendo de la violencia que viven en sus países, de la falta de oportunidades de empleo para subsistir de manera digna. El pasado fin de semana se exhibieron fotografías de unos mil 600 migrantes que han sido llevados a las cárceles federales en los Estados Unidos, también unos mil 995 niños han sido separados de sus padres en la frontera, y se les ha conminado a unas carpas y jaulas para niños migrantes, donde se les pisotea su dignidad humana; la misma Organización de las Naciones Unidas ha pedido al gobierno de Estados Unidos que no siga separando a los niños de su familia, atendiendo el principio de interés superior del menor, que es con sus padres, con quien mejor pueden estar. Nadie abandona a su familia, sus raíces, su tierra, sus amigos, su comunidad cuando está bien, cuando no vive en conflictos de inseguridad, cuando tiene empleo seguro que le permite atender todas sus necesidades. Miles de centroamericanos y de mexicanos dejan todo en su patria y se exponen a todos los peligros en su travesía en busca del sueño americano, porque saben que en su tierra no tienen otra opción, no tienen posibilidad de un mejor futuro, hay quienes se empeñan, venden sus pocas pertenencias, para hacerse de algunos recursos económicos que les permita llegar a Estados Unidos, otros que no tienen nada, se lanzan a la aventura, tan sólo con una mochila y algunos, que ni mochila, ni unos tenis traen, los hemos visto en nuestra calles pidiendo limosnas, en chanclas; algunos no logran el sueño americano, porque mueren en el intento, en la travesía, al subir al tren y no calcular bien, al ser asaltados violadas y asesinadas, en el caso de las mujeres. Y lo más triste es que cuando logran ponerse del otro lado, no sólo reciben tratos inhumanos, crueles, sino que son tratados como delincuentes, deportados a sus países y separados de sus hijos, acabando de esta forma con su esperanza de encontrar una mejor forma de vivir. Cómo frenar a esta reencarnación de Hitler?.
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