Las lecciones de la elección (II)

Felipa Nery

En los últimos años hemos escuchado hablar de la legalidad con la que eran electos los gobernantes, sin embargo, les faltaba la legitimidad; si bien las instituciones encargadas de calificar los procesos electorales definían a un ganador por obtener un mayor número de votos, la forma tan cuestionada con la que llegaban al poder, por los abusos, avasallamientos y usos de recursos públicos, los deslegitimaban para tener la aceptación de las mayorías, al menos así ocurrió con la elección de Carlos Salinas de Gortari y los dos últimos presidentes de la República, el primero, por aquella “caída del sistema” y Felipe Calderón Hinojosa, que obtuvo una victoria pírrica, mediante el uso de recursos millonarios que pagó a la televisión y la radio, para inducir el miedo en contra de Andrés Manuel López Obrador, a quien calificaban como “un peligro para México”, porque era comparado con el presidente Chávez de Venezuela, por lo que aquellos 10 puntos que tenía de ventaja Andrés Manuel al iniciar la campaña, al final, los perdió, por el miedo y el terror que se provocó en la población; Calderón buscó la legitimidad declarando la guerra a la delincuencia organizada, pero en vez de combatirla, desató más violencia, no sólo contra los narcotraficantes y demás delincuentes, sino contra la sociedad civil, que registró miles de muertos, principalmente jóvenes. Y el Presidente Enrique Peña, si bien, tuvo más de 3 millones de votos de diferencia con respecto a Andrés Manuel López Obrador, fue cuestionado, no sólo por los millones de pesos que invirtió del presupuesto público del Estado de México para posicionar su imagen en la radio y la televisión, sino también por aprovecharse de la necesidad de millones de mexicanos, a quienes repartió la famosa tarjeta Monex y otras, en las que habrían desplegado más de 4 mil millones de pesos, a cambio del voto; además de la deslegitimidad que Peña traía de la elección, se sumaron todos los actos de corrupción durante su administración, que lo llevaron a tener los mayores rechazos de la historia que haya alcanzado un Jefe del Ejecutivo nacional. Ambas elecciones,  la del 2006 y 2012, tuvieron que seguir un largo proceso judicial en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que les dio la razón legal a estos Presidentes, pero no tuvieron la legitimidad de las mayorías de los mexicanos. Por ello, otra lección importante que nos dejó el 1 de julio, fue, que sin necesidad de que la autoridad electoral diera a conocer los resultados de la jornada electoral del 1 de julio, los opositores a Andrés Manuel López Obrador, José Antonio Meade y Ricardo Anaya, salieron a reconocer públicamente el triunfo del tabasqueño, porque ellos conocían la realidad que ya se vislumbraba desde la campaña, donde las encuestas que publicaron las empresas serias, lo daban como ganador, y aunque eran descalificadas por estos candidatos y decían que ellos iban subiendo en las preferencias, la realidad es que como había dicho López Obrador desde el 16 de junio, “ya ni con un fraude nos ganan, están esperando Meade y Anaya que pueda haber un milagro”. Lo cierto es que en política, no hay milagros y eso lo saben los políticos, porque las encuestas son una importante herramienta de medición de las preferencias electorales.