José Martínez
El equilibrio como un estado de inmovilidad de un cuerpo sometido a dos o más fuerzas de la misma intensidad que actúan en sentido opuesto, por lo que se contrarrestan o anulan.
Es tal vez lo que busca el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando habla de los precios de los hidrocarburos.
Un tema preocupante para miles de mexicanos que todos los días se mueven en sus automóviles, o en su caso las empresas que transportan y para hacerlos necesitan invertir en gasolina o diésel.
Son ellos quienes esperan una respuesta que les dé aliento y esperanza para equilibrar sus finanzas, y en este caso, lo podrían ver, primero, en bajar los precios del combustible; segundo, que ya no suba de precio.
Ayer por la mañana el mandatario federal presentó una serie de gasolineras de todo el país para mostrar dónde está más cara y más barata la gasolina.
Quizá este ejercicio pueda servir para llevar de la mano al consumidor y elegir el lugar de compra.
La secretaria de Energía, Rocío Nahle, informó que, según datos de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), la trasnacional Shell vende en promedio las gasolinas más caras.
En sus estaciones de servicio, Shell tiene el litro de Magna en 20.23 pesos; la Premium, a 21.61 pesos. Las estaciones que controla Walmart venden el litro de diésel a 21.75 pesos.
El director de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero Oropeza, informó que la empresa vende a las estaciones de servicio el litro de Magna a 17.90; el de Premium a 19.32, y el de Diésel a 19.14 pesos.
El Presidente dijo que cada lunes dará a conocer cómo se van moviendo los precios de las gasolineras. Para algunos es una especie de exhibir quiénes no están cumpliendo con el apoyo a los mexicanos, en dar un precio justo, que tenga satisfechos a quienes van y consumen.
La competencia es vista como sana, mientras el monopolio puede terminar con la buena voluntad de algunas empresas.
Bajo ese equilibrio, los consumidores tendrán todo el derecho para acudir a dónde mejor les parezca. Aunque lo interesante sería que los precios por lo menos no continuarán subiendo.
Enrique Peña Nieto jamás pudo contener ese equilibrio. Los llamados gasolinazos fueron parte de su derrota. El pueblo no le perdonó el alza a los combustibles, sobre todo porque en la promoción de su Reforma Energética el argumento fue bajarían los precios de los energéticos.
No sólo no sucedió con las gasolinas, a expensas de privatizar la extracción del crudo y liberar su venta, sino que tampoco ocurrió la electricidad. Son dos factores que afectan la economía familiar y las finanzas de las empresas.
Lo que sucede con los precios, sobre todo de aquellos insumos en los cuales el Estado tiene injerencia, es un termómetro para medir que tan buena es la política. Los que gobiernan lo saben, y quienes consumen igual.
Es un estira y afloja. Una evaluación que llega con el tiempo. A Peña Nieto y a su partido (PRI) ese juicio le llegó en las urnas.
HABERES
Líderes transportistas disolvieron la protesta que tenían programada para ayer lunes, luego de una reunión que mantuvieron con el Secretario de Asuntos Parlamentarios en el Congreso de Tabasco. Quieren darles palo a los “piratas”, el problema es la forma y el fondo. Como bien se advirtió: es importante que prevalezca la Ley y las autoridades están obligadas a demostrar que la población no tiene motivos para dudar que no hay lugar para el pirataje, ni para los linchamientos.
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