Ni de aquí, ni de allá

Felipa Nery

Hace unos días, el maestro de educación artística y cultural, Juan Torres se quejaba porque Tabasco está mezclando sus tradiciones del zapateo y el traje típico con las de Campeche y Veracruz, porque el zapateado tabasqueño se está bailando como no es, “hay un paso donde sostienen un pie derecho y lisa con el pie izquierdo y ahorita ese paso ya está convertido en un paso veracruzano”, decía; también comentó que las embajadoras están muy bonitas, pero “no saben tomar la falda”, además,  el día de la elección de la flor más bella de Tabasco, algunas personas se quejaban porque las embajadoras ya no portan en el pecho el nombre de sus municipio, sino que lo colocan en la parte baja de sus vestidos y en muchas ocasiones, ni se ve el nombre del municipio que representan. Sin duda, que Juan Torres y quienes hacen estos comentarios sobre cómo portan las embajadoras el nombre de su municipio, tienen razón. Sus expresiones surgen ahora, porque nos encontramos en plena Feria, la fiesta más popular, que es, o era,  identidad del pueblo de Tabasco, por lo que en ella se exponía año con año, la producción agropecuaria y ganadera. Hemos ido perdiendo nuestra identidad, ese conjunto de valores, tradiciones, creencias y modos de comportarnos que eran rasgos característicos del pueblo tabasqueño, éramos: un pueblo respetuoso, trabajador, laborioso, cuántas tradiciones hemos dejado de inculcar a nuestros hijos, mismos que con la globalización, a través de las redes sociales,  han ido adoptando otras formas de ser y de comportarse, y la mayoría de las veces, costumbres nada positivas, sino todo lo contrario; esa solidaridad, algarabía, hospitalidad, que nos caracterizaba como pueblo tabasqueño, ya no la tenemos hoy; hoy en la Feria, sólo podemos escuchar las marimbas en las culturales que presentan los municipios, pero ya no hay bailes populares al aire libre, donde el pueblo baile con las marimbas, como lo hacíamos cuando la Feria se celebraba en el parque Tomás Garrido Canabal; hoy los bailes populares, son con música electrónica estruendosa, nuestras tradiciones de exhibir la producción agropecuaria, se ha quedado en el olvido, aquellos concursos donde se premiaba la mejor mazorca de maíz, la mejor yuca, la sandía más grande, la calabaza, el racimo de plátano, la mazorca de cacao, nada de esto existe hoy, porque ya no hay producción en el campo; el campo se abandonó, se perdieron nuestras tradiciones de ser productores agropecuarios, los jóvenes no aprendieron a producir la tierra, por eso el campo está abandonado, no producimos ni el frijol, ni el maíz que comemos. Celebramos, que hayan voces que se expresen para defender las pocas tradiciones que aún nos quedan, mismas que se deben fomentar desde las aulas escolares y los hogares. Antes eran las mismas maestras las que enseñaban los bailes de zapateado a sus alumnos, pero hoy por desgracia, los bailes que enseñan a los niños y niñas en las escuelas desde el preescolar, son bailes sugestivos, en vez del zapateado tabasqueño. Esperemos que las autoridades escuchen, para que no nos convirtamos en el pueblo que como dice la india María, “no somos ni de aquí, ni de allá”, un pueblo sin identidad.