Encarnación del mal

Felipa Nery

A menos de un mes de haber protagonizado un escándalo nacional, porque diputados federales le otorgaron un reconocimiento con el escudo de la LXIV Legislatura al responsable de la iglesia “La Luz del Mundo”, Naasón Joaquín García, en el recinto cultural Bellas Artes, es detenido en los Estados Unidos de Norteamérica acusado de diversos delitos graves: tráfico de personas, producción de pornografía infantil, violación de menores, cometidos entre los años de 2005 y 2015 en el estado de California. Por supuesto que conocer de estos hechos, no sorprende, ya no nos asusta enterarnos de todo lo que son capaces de hacer estas personas que llevando la bandera de ser los representantes de “Dios en la Tierra”, se ganan la confianza de centenares de personas, quienes los ven como una autoridad en la que pueden confiar, por los sermones que recitan en los púlpitos, en los que aparentan ser  “Ángeles”, por lo que los padres les confían a sus menores hijas e hijos, los dejan solos con ellos y es cuando se aprovechan de sus inocencias, ahí tenemos los centenares de casos de pederastia que se conocieron por parte de representantes de la iglesia católica, a partir del escándalo del Padre Maciel, lo que destapó la cloaca no sólo en México, sino en distintas partes del mundo, situación que ha impactado al Vaticano. Y los representantes de las iglesias protestantes, como es el caso de esta “La Luz del Mundo”, no son ajenos a estas perversidades y abusos hacia sus filigreses. A decir del fiscal que acusa en Estados Unidos a Naasón Joaquín García, para convencer a las menores de edad, para que accedieran a sus pretensiones sexuales, les decían que iban en contra de los deseos del apóstol, que se “oponían a Dios y a la promesa de salvación eterna”. El asunto de los abusos que cometen los representantes religiosos con sus filigreses, por supuesto que es grave, y más lo es, cuando cuentan con el respaldo de los políticos que los utilizan para sus fines personales, como hemos visto que ha ocurrido en los últimos tiempos, en los que el principio juarista de separación de los fines de la iglesia y el Estado, han quedado en el olvido, porque hoy los gobiernos en vez de cuidar que las distintas religiones se apeguen a las reglas que los rigen, son las mismas autoridades las que les proveen de bienes materiales para  realizar sus concentraciones y demás eventos públicos fuera de sus espacios confinados para desarrollar sus funciones, esto, con la finalidad de contar con sus respaldos en las épocas electorales, porque como mueven masas, sabemos que desde el púlpito cuando predican, en tiempos electorales envían sus “mensajes”, para pedir el voto para determinado partido o candidato. Es una perversidad entre autoridades y religiones, sin embargo, una gran parte de las personas que confían en esos “representantes de Dios”, no alcanzan a darse cuenta de la forma en que los usan tanto los líderes religiosos, como los políticos, unos para gozar de impunidad y otros para acceder al poder.