REY DE REYES

Marychuy Castillo

“Porque Jesucristo regirá como Rey de Reyes y reinará como Señor de Señores y toda rodilla se doblará y toda lengua hablará en adoración a EL”.

El rey es el monarca o soberano de un reino, la forma de gobernar donde el cargo supremo del Estado está en manos del rey se conoce como monarquía. En estos casos el poder es hereditario, cuando el rey muere es coronado su hijo y así sucesivamente. En la antigüedad el rey ocupaba un cargo intachable, al principio se creía en el como si se tratara de un Dios, en aquella época se justificaba porque las culturas eran politeístas.

Con la aparición del cristianismo, se buscan nuevas razones para creer en el poder absoluto del monarca dado que existía un solo Dios, por eso se consideró que la mejor forma de comprender ese poder, era que el rey era el representante de Dios en la tierra, los monarcas teocráticamente dejaron de ser absolutos y compartir el poder con la iglesia.

Ya que era tan grande el poder de los monarcas que cualquier cosa que decretaran era orden, así se cometieron hechos inimaginables que quedan para la historia, y así durante siglos el poder de los reyes manipuló a la población en todo el mundo. La Revolución francesa del siglo XVII, comienza a limitar ese poder.

Hasta llegar a nuestros días en donde estas figuras en algunos países, se encuentran al frente de monarquías constitucionales parlamentarias con regímenes democráticos y soberanía popular, el rey cumple un rol simbólico y representativo sin ejercer el poder político.

¿Pero que lleva a las personas a sentir una fascinación por estos personajes, a pesar de conocer de sus oscuras historias?, la muerte de una de las más conocidas reynas en el globo terráqueo, de la modernidad, de quién generaciones supieron desde sus descendientes, su nacimiento, el transcurso de su vida hasta su partida final, dicen algunos conocedores no es más que dejar la libertad en manos de otros, ya que esta, implica riesgos y responsabilidades.

Pero otros señalan que no es más que sentirse cerca del prestigio, del lujo, la descendencia, el linaje, el título, el glamour, la imagen que es como una droga para quienes ostentan esos títulos y para los otros querer compartir ese vicio, sentir que están en la misma posición de todo lo que rodea a esos personajes, que al estar o simpatizar con esos estilos de vida, los puede hacer mejores personas, escalar mejores posiciones en la sociedad. Y en lugares donde no existen esos añorados títulos, ser amigos de artistas, deportistas de fama o tener un apellido “rimbombante”, lo que equivaldría a ser reyes, es lograr sus más anhelados sueños de pertenecer a la alta, sin importar el nombre como se le conozca al rey, zar, emperador, sultán y hasta presidente.

Dicen, cuenta la leyenda, corren los chismes, de que la gente ante la desconfianza por sus dirigentes comienzan a preguntarse si es mejor la monarquía, o la república, sin dudarlo claro que es mejor la República, sin embargo es necesario que existan reformas (que se cumplan) que impidan a los gobernantes es cogidos democráticamente se aprovechen de su poder y arruinen a su País.