Polvo eres y en polvo te convertirás

Marichuy Castillo

“Y lo sepultaron en el sepulcro que él había excavado…y le encendieron una hoguera muy grande”, (crónicas 16:14)

Fue a raíz de la pandemia –aunque hayan disminuido las muertes- que aún existe, cuando se incrementaron las cremaciones, no solo por la falta de espacios en los cementerios sino porque cuesta más caro inhumar que incinerar, ya que un entierro va de los 6 a los doce mil pesos, una cremación está entre cuatro y diez mil pesos.

El primer crematorio fue construido en Estado Unidos, en 1874 por Julius Le Mogne, en Pensilvania, y sirvió durante la pandemia que asoló al mundo entero durante la gripe española, una de las más mortíferas de que se tenga registro histórico, sus efectos devastadores en el mundo y la imposibilidad de lugares en los panteones, hizo que los crematorios funcionaran al máximo ante los cadáveres que se apilaban hasta en las calles.

La cremación es la destrucción por medio del calor en un horno crematorio de cadáveres, a temperaturas extremas de mil ochocientos grados Fahrenheit, hasta su reducción a cenizas, cualquier cadáver puede ser incinerado con independencia de la causa de la muerte, salvo los contaminados por radiación. Este proceso en nuestro País, dura entre 3 y 4 horas aproximadamente, las cenizas pueden ser conservadas por la familia o esparcidas en algún lugar que incluso haya dejado señalado el difunto.

Es debido a la cremación que independientemente de las opiniones de las diversas expresiones religiosas, la gran mayoría de las personas desde antes de su fallecimiento dejan instrucciones  y se deciden por la reducción a cenizas, y es que según encuestas realizadas, la tradicional visita a los camposantos o panteones por el día 2 de los fieles difuntos, cada vez ha ido disminuyendo porque los familiares cumplen la última voluntad de quienes se nos adelantan, y conservan sus cenizas en algún lugar de la que fue su casa o son tiradas en el sitio que hubiera preferido el difunto.

Excelente la propuesta, del presidente municipal de Badiraguato, Sinaloa, José Luis López Elenes, de construir un museo del narco en ese lugar (que culpa tiene) y todavía declara de las de acá “ no podemos negar nuestra historia tenemos que reconocerla y sobre esa base vamos a trabajar no estamos cerrados a ningún tema vamos a escuchar…pero el museo del narco será para beneficio del municipio”. No basta con las series, películas, en donde resaltan las “actividades” el modo de vivir de quienes han optado por el dinero fácil, sin importarles estar al margen de la ley, de donde muchos jóvenes han decidido tomar ejemplo, ¡No¡ ahora se les hará un museo, el sueño de los chicos para incentivarlos  a tomar el camino “fácil” y ser parte de ese museo. De que los hay los hay y ya no es difícil dar con ellos.