MARYCHUY CASTILLO
Lo de Rullán Silva me recuerda la historia de Espartaco a propósito de que hace no mucho, vi un capítulo de la serie nombrada de la misma forma y basada en la vida del gladiador de Tracia que se libera de su amo junto a otros guerreros de la casa de Batiato y que avanza hacia los Alpes liberando a todos los esclavos que se encuentra en el camino haciendo temblar Roma.
La cosa fue así: Rullán quedó identificado como líder de los oprimidos ex administradores del estado. Al principio, fue considerado un mal menor, puesto que la maquinaria legislativa estaba en asuntos “más importantes”. Rullán avanzó entre las filas de diputados que lo veían como de manera no grata, culpándolo de aceptar las cuentas públicas del sexenio anterior. Prontofue un dolor de cabeza, pues el Senado (en esta alegoría Congreso Estatal), como en los tiempos de Roma contra Espartaco, no podía permitir que su leyenda siguiera avanzando, porque al pueblo daba a entender que cualquiera puede hacerle frente a la República, y sobre todo, a ellos. Por otro lado, pierden así la imagen con la que entraron, basada en la frase de que todos los culpables pagarán… o algo así. El primer enemigo de Rullán fue Romero, quien parecía que tenía a todo a su favor contra el funcionario del OSF. Pero acorralado, y gracias a su ingenio, Rullán se hizo de la victoria y de paso, de menos a Romero que murió… en la memoria de esta confrontación. Al ir avanzando, Rullán preocupó de más a perredistas que “cocinaron la forma de sacarlo”. Así como cuando Roma acudió al indeseable Craso, así el PRD dejó que Fócil se hiciera cargo del asunto para que a base de estrategias soeces y tácticas sucias locapturara. Rullán escapó de todas las trampas del legislador que poco a poco también perdía credibilidad en el Senado. Así que los legisladores llamaron a otro líder; en Roma fue Pompeyo, acá fue Abner. Entre los dos comenzaron la batalla final; revisiones, declaraciones, vociferaciones, obsesiones, traiciones, calumnias… una verdadera novela que poco a poco fue mermando la fuerza de Rullán. Finalmente, se usó todos los recursos del Senado. Contra Espartaco, fue una fuerte cantidad de dinero para encontrarlo y asesinarlo. La historia dice que en esa guerra final Espartaco murió pero nunca se encontró su cuerpo. Quizá su honor lo hizo quitarse la vida sólo para no darle gusto a los romanos. Poco más de 2080 años después, el legislador perredista dijo que modificarían la Ley, usando así el último y más desesperado recurso contra Rullán, quien, antes de caer por el odio, alteración y miedo de sus contrincantes, decidió usar el recurso de irse sólo… y no les dio el gusto. En el 73A.C. Pompeyo se declaró ganador ante Espartaco, por lo que fue reconocido en el Senado, y sobre todo, cuando en realidad fue Craso quien más daño hizo a las fuerzas espartanas. ¿Quién se adjudicará mañana el “triunfo” contra Rullán?