FELIPA NERY
“Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son.” (Abraham Lincoln)
Genaro David Góngora Pimentel, ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sacó a relucir el macho mexicano que lleva dentro, de nada le servicio haber sido un hombre que gozaba del aprecio y distinción de muchos mexicanos, por sus pronunciamientos hechos como presidente de la Suprema Corte, a favor de la justicia, y sus importantes argumentos a favor de las víctimas, cuando se trataba de resolver un caso que tuviera que ver con los derechos humanos. Pero sin duda, que sus resoluciones a favor de la justicia, iban muy bien apegados con el refrán popular mexicano: “hágase la justicia con los bueyes de mi compadre”. Haber sido maestro de la UNAM por más de 40 años, conferencista en diversas universidades del país y del mundo, de la Anáhuac, la Iberoamericana, la Libre de Derecho, en el Tecnológico de Monterrey, en Universidades de Harvard en Cambridge, Massachusetts y de Georgetown en Washington, de Belgrano y en Argentina, ponente en cumbres internacionales, haber publicado libros como: “El derecho que tenemos: La Justicia que esperamos” “El voto jurisdiccional y mi disenso en el Máximo Tribunal”, “Las costumbres del poder. El caso Lydia Cacho”, y “De quién es la vida”, entre otros tantos, lo atrofió, tanta sapiencia se le borró de la mente, cuando la justicia le tocó su bolsillo, al ordenar un juez dar una pensión de 120 mil pesos a sus hijos, en venganza en contra de la madre de sus hijos, la mandó a la cárcel, acusada de fraude porque él le dio para comprar un terreno y ponerlo a nombre de sus hijos, pero ella lo puso a su nombre, y con justa razón, porque sus menores hijos son personas con problemas neuronales –padecen autismo–, pero lo que él buscaba era que se disminuyera la pensión y para ello alegó al juez que sus hijos no requerían de tanto dinero para vivir, porque vivían de forma modesta, le hizo cuenta de que sólo requerían de tres kilos de carne al mes, de determinada cantidad de pollo, leche, etcétera, y que no requerían de gastos para diversión, porque ellos no tenían capacidad de disfrutar nada, en fín que logró que se redujera la pensión a sólo 50 mil pesos mensuales, y es que el Ministro en retiro recibe 350 mil pesos mensuales y no está dispuesto a compartirlos ni con sus menores hijos especiales, no sabemos para qué quiere acumular tanto dinero a sus más de 75 años de edad y pretende privar a esas criaturas de satisfacciones y un futuro seguro. El escándalo que salió a relucir hace más de un mes, parecía que ya se había solucionado cuando el anciano envió a Carmen Aristegui una carta en la que reconocía que se había dejado llevar por sus emociones y pedía disculpas a su ex pareja, a su familia y a sus hijos y además ofreció dar el perdón a su ex pareja para que pudiera obtener su libertad de la que estaba privada desde junio del 2012. Ahora resulta que después de que quedó en libertad su ex mujer, el abuelito ha impugnado el auto de libertad y quiere que nuevamente la madre de sus hijos vuelva a la cárcel. Esta sin duda, es la miseria humana. Esto muestra que ni los hombres que se dicen estar a favor de la justicia, predican con el ejemplo. Qué decepción para quienes algunas veces vimos como un ejemplo a seguir a este hombre que se ha convertido en una vergüenza y ha sacado a relucir su ambición por el dinero y sobre todo, su machismo, al pretender aplastar a la mujer.