José Martínez
El próximo 30 de noviembre culmina el periodo del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Un sexenio que inició marcado por la represión contra cientos de jóvenes que no estaban de acuerdo con su triunfo y tal protesta cobró un alto precio. Fue el presagio de lo que sería un sexenio sangriento, por así decirlo.
Peña Nieto solo fue la continuidad de Felipe Calderón Hinojosa en materia de inseguridad, por lo que los muertos y los desaparecidos continuaron incrementándose por miles. El 2017 fue catalogado como el más violento en los últimos 20 años en México.
Otro tema son los actos de corrupción, que acompañaron fielmente al propio Presidente y sus funcionarios, algunos casos todavía continúan sin resolverse y otros se mantienen en la impunidad. El despilfarro en publicidad oficial que al final del sexenio rondan los 40 mil millones de pesos para difundir “las cosas buenas” de su administración serán recordados por mucho tiempo.
En Tabasco la administración federal dejó varios pendientes. Desde la promesa realizada por Peña Nieto como candidato del PRI ante notario público por el cual la resistencia civil se acabaría en su gobierno, lo que nunca llegó, y a pesar de los esfuerzos realizados por la administración estatal el terrorismo de CFE contra Tabasco nunca paro.
Los beneficios de la reforma energética una de las reformas estructurales más promovidas y aplaudidas en este sexenio nunca se sintieron en la entidad, que paradójicamente fue una de las entidades, junto a Campeche, donde los impactos de la crisis petróleo se hicieron sentir ante la pérdida de empleos de miles de personas que laboraban en esa industria del hidrocarburo.
Entre los compromisos que hizo el Presidente para coadyuvar con la recuperación económica se encuentra levantar la restricción de la pesca en el Golfo de México, cerrada desde hace más de 13 años. Los pescadores de Tabasco, Veracruz y Campeche continúan esperando se cumpla esta promesa para volver al mar a buscar el sustento.
A esta lista hay que agregar las obras del distribuidor vial de Guayabal, la autopista Cárdenas – Huimanguillo (carretera: Malpaso – El Bellote), un libramiento de Comalcalco a Chichicapa, el entronque en la carretera federal Cárdenas-Huimanguillo en el tramo Nueva Zelandia – Soriana, se han sepultado ante un extraño retiro de los recursos federales asignados a dichas obras.
Ante este panorama gris la sociedad tabasqueña y la mexicana en general guardan la esperanza de que esta situación cambie a partir del 1 de diciembre de este año cuando el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador llegue a Palacio Nacional.
AMLO, un político de izquierda de probada sensibilidad y honestidad, llega a la silla presidencial después de más de 30 años de lucha. Es la última esperanza de miles de mexicanos interesados en hacer de México un mejor lugar para todos.
Todo indica que este 1 de diciembre será de fiesta, no de represión. Ese día arranca oficialmente la cuarta transformación, como le ha llamado el de Macuspana.
HABERES
Los mandatarios priistas emitieron un posicionamiento en el que indicaron que coinciden con la próxima administración en materia de presupuesto y gasto público, en que se debe integrar un presupuesto con enfoque social y priorizar la educación, la salud y el combate a la pobreza. Respaldaron una visión social incluyente, que amplíe los apoyos a grupos como adultos mayores, mujeres, jóvenes y personas con discapacidad. En la reunión que la Conago tuvo con AMLO estuvo el gobernador Arturo Núñez (PRD).