José Martínez
El PRI está hoy como una olla exprés, a punto de hacer ebullición. Su presidente en el estado, Pedro Gutiérrez, ya no es bien visto por la militancia. De hecho, su llegada a la dirigencia fue accidentada; una fórmula de emergencia.
Desde el congreso local la bancada tricolor pide la destitución de Gutiérrez, e incluso mandó una carta a su Comité Ejecutivo Nacional hace unos días para hacerle ver tal disposición.
La legisladora local del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Katia Ornelas Gil, señaló que luego de que la dirigencia estatal de su instituto político diera a conocer que la próxima semana llegará un delegado del CEN, éste venga a poner orden.
Aunque no es la primera vez que el Partido Revolucionario Institucional pasa por este proceso de fractura. Lo mismo sucedió cuando estuvo al mando Miguel Ángel Valdivia de Dios, a quien le pusieron casi casi sus maletas en 16 de Septiembre.
Los militantes de ese partido saben hasta qué momento un dirigente tiene la fuerza política para ocupar el cargo, luego, empieza la presión con el fin de que abandone la posición.
Pedro Gutiérrez no ha sabido hasta el momento plantearse objetivos, mucho menos planear al futuro cómo darle un mejor rumbo al PRI. Cada vez son menos los que permanece en tricolor, y todo se refleja en su debilitamiento, que pierde fuerza en el escenario rumbo a las elecciones que vienen. Antes, debe pasar por su reacomodo como oposición.
Aún permanece el rechazo hacia ellos. Los tabasqueños a pesar de que olvidan pronto, en esta ocasión se les ha hecho difícil hacerlo. Fueron tantos los errores cometidos que, por ejemplo, siguen escuchando los ecos de enriquecimientos ilícitos. Los desfalcos en Salud y Educación. Pero, sobre todo, es la lucha interna, lo que desmantela al tricolor.
A pesar de esa situación, y en lugar de hacer unidad, reflexionar, trazar rutas, los priistas juegan a las vencidas en estos tiempos.
Quieren culparse y exonerarse entre ellos. Salir limpios. Encontrar culpables y ¿volver a empezar? Los priistas saben que en mucho tiempo no estarán como gobierno. A menos de que ocurra un milagro. El juego que traen debería estar más armado, maduro, directo, pero no entrarle a los señalamientos y golpes bajos.
Si en verdad quisieran desplazar a Pedro Gutiérrez, ya hubieran aplicado los estatutos. Sin embargo, todavía les tiembla la mano. Faltan acuerdos serios.
No les servirá hacerse los sumisos. Necesitan impulsar efectos políticos que causen certidumbres. Están en un círculo silencioso y vicioso donde cada quien busca su propio beneficio, defendiendo ese pequeñísimo espacio que a cada instante va desapareciendo.
Al menos en el congreso local nadie brilla. El minúsculo grupo no propone y menos dispone. El castillo que buscaban ir construyendo se les fue desmoronando.
Entre ellos faltan políticos de altura. No se trata de dar pelea sino de pensar y actuar con lógica en tiempo y forma. Resta decirles que Pedro Gutiérrez se tendrá que ir. ¿Y luego? ¿Vendrá un salvador? O será parte de lo mismo.
Habría que aprovechar ciertos errores de quien está en el poder, esa es la fórmula, si lo quieren entender.
HABERES
El alcalde Evaristo Hernández Cruz, dejó en claro que los 194 delegados que terminan su periodo este año no recibirán ningún finiquito, dado que no eran trabajadores del Ayuntamiento. Indicó que dado que se les pagó puntualmente mientras estuvieron en el cargo, además de que recibieron aguinaldo en diciembre, es un abuso que exijan un pago final que no está marcado en la ley. Son tiempos difíciles.