José Martínez
¿Por qué el PRD quiere una alianza con el PRI? Desde hace algunos meses el dirigente del Sol Azteca, Darvin González Ballina lo ha declarado. Lo mismo que Roberto Romero del Valle, ex dirigente solaztequista.
Se nota que hay una desesperación en el partido, el cual desde el sexenio pasado venía de menos a más. El PRD se identificó por defender los problemas sociales de la gente. Su bandera fue apoyar a los más necesitados, sobre todo de las comunidades; sobre todo en tiempos en que fue su líder moral fue Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo el solaztequista sufrió un cambio. El idealismo se vino abajo. Le ganó el poder. La puntilla se la dio lo que ellos bautizaron como tribus. El partido se fraccionó en varios grupos, y todos querían la parte mayor del pastel.
El PRD entró en una etapa de descomposición político salvo muy contadas excepciones, sus cuadros empezaron a huir, y se fue quedando en un cascarón, tan vacío que no le dieron oportunidad de obtener casi nada de las alcaldías, y apenas si tiene su representatividad en el Congreso local. Una representación difusa.
Al PRI le sucedió casi lo mismo. Su militancia le dio la espalda. Dejaron de ser priistas para convertirse a otros partidos. Como dicen por ahí, cuando el barco comienza a hundirse…Fue el “chapulineo” en su máxima expresión.
En las presidencias municipales quedaron en cero. En el congreso igual, apenas tiene representantes.
La fuerza del PRD y el PRI se debilitó, muy poco queda ahora de la capacidad competitiva que mostraron. Se avecinan las elecciones (2021) y ambos quieren unirse.
Sumar votos para ver si por alguna casualidad pueden remontar. La nueva dirigencia del PRI conformada por Dagoberto Lara y Katia Ornelas, prometieron que irían casa por casa explicando de qué se trata ahora el nuevo partido.
Lo dijeron así: “es una albañilería política la que necesitamos”. Se entiende que es a ras de suelo donde tienen que trabajar. Ya no hay arquitectos ni ingenieros electorales.
Ambos institutos políticos, hoy, están en graves aprietos. Sus propios militantes se quejan de que perdieron la brújula. La confianza de la que gozaban quedó esfumada.
Los votantes ya no quieren más de lo mismo. A los dos se les dio la oportunidad en su momento, y no supieron mantenerla.
En realidad, ¿qué ganarían en caso de formar una alianza? Algunos han dicho que no es el partido sino la persona. ¿Pero qué cuadro le hace frente a los ciudadanos desde esas trincheras? Actualmente no se observa a nadie.
Dagoberto Lara, por ejemplo, fue sacado casi del retiro allá en Huimanguillo. Era de los eternos aspirantes, que cuando estaba el PRI en la cúspide, lo calificaban como un político de los más lejanos a una dirigencia.
Llega a la dirigencia en medio de quejas por imposición, pero sobre todo con la exigencia de sanar heridas y lograr que los grupos se reconcilien.
Darvin Ballina (PRD), sigue navegando en aguas tranquilas. Desde la sede espera tranquilamente a que las aguas se calmen y que las tribus guarden los mazos y los tambores de guerra.
La devaluación política está a la orden. Tal vez por esa razón no se aventuró una Lorena Bearregard, un Manuel Andrade o un Florizel Medina para buscar la presidencia estatal del PRI. Pero no se mantendrán mucho tiempo callados. Vienen tiempos tormentosos.
HABERES
Egla Cornelio Landero es la nueva secretaria de Educación de Tabasco, después de que el pasado martes Guillermo Narváez Osorio presentara su renuncia al gobernador del Estado, Adán Augusto López Hernández. En Movilidad llegó el notario “Chicho” Oropeza. Tiempos nuevos.