Felipa Nery
Los resultados preliminares de la elección presidencial dados a conocer el 2 de junio casi a la media noche, por parte de la presidenta del Instituto Nacional Electoral, Guadalupe Taddei Zavala, provocó que muchos especularan en torno a la decisión que millones de mexicanos tomaron en las urnas durante la jornada electoral. Las dudas surgieron por el desconocimiento de lo complejo que fue el conteo de los votos en cada casilla. Ante esta situación, han resurgido las propuestas de que los procesos electorales se realicen a través de urnas electrónicas, para conocer los resultados con mayor prontitud.
En procesos anteriores, se daban a conocer resultados electorales, con encuestas que se hacían a los ciudadanos luego de emitir su voto, pero en esta ocasión no ocurrió así, sobre todo, por la falsa percepción que hicieron creer a muchos mexicanos los partidos impulsores de la campaña de Xóchitl Gálvez, que ellos ganarían la elección, acompañados de la casa encuestadora Massive Caller, quien la posicionaba con un 44.6% de las preferencias y dejaba a la morenista Claudia Sheinbaum, con un 42.5% de preferencias, aunque la mayoría de las encuestas que presentaron cada mes los periódicos: El País, El Reforma, El Universal, el Financiero, siempre posicionaron a la doctora Claudia, con más del 50 por ciento de las preferencia y dejaban por debajo con más de 15 puntos, a la representante del PAN, PRI Y PRD.
A partir de la homologación de las elecciones en todo el país, que el mismo día se realizan las elecciones federales y las locales, el proceso de conteo de los votos se ha vuelto complejo, así ocurrió desde el 2018, que los resultados oficiales se dieron a conocer también casi a la media noche, sobre todo, porque en los procesos electorales presidenciales hay una concurrencia a las urnas, que supera el 60% de los votos, así fue en el año 2000, con 63.97%; 2012, que acudieron 63.10%; en 2018, 63.42% y ahora en 2024, 61.04; salvo en el año 2006, que sólo acudieron el 58.55% de los registrados en el padrón electoral. En el proceso electoral, como el del pasado dos de junio, por cada entidad, los ciudadanos recibían seis papeletas para votar, tres de la elección federal y tres de la local, una por Presidente de la República, otra por senador y otra por diputado federal; de las locales, una de gobernador, una de diputado local y otra de presidente municipal. Y ya cuando se va a realizar el conteo de los votos, los funcionarios de casilla inician el conteo por las elecciones federales, primero va la de presidente de la República y así sucesivamente; pero lo anterior se complejizó más, sobre todo, porque ahora las coaliciones no venían en un solo recuadro, sino que los partidos aparecían por separado; así es que todo esto, es lo que hizo que los funcionarios de casilla pudieran colocar sus sabanas de resultados electorales ya casi a la media noche, y de ahí se pudieran tomar los resultados preliminares, para dar datos certeros sobre el triunfo electoral y no especular con resultados de encuestas de salida que no son muy confiables, porque mucha gente no responde con sinceridad.
Existe justificación suficiente, para que las elecciones puedan realizarse mediante urnas electrónicas, porque los resultados se tendrían con mayor prontitud y los gastos económicos serían menores, pero hay un gran problema: la desconfianza de los mexicanos en las autoridades no permitiría que quien resulte ganador, tuviera la legitimidad, que por ejemplo ahora tiene el triunfo de la doctora Claudia Sheinbaum, no solo porque obtuvo 35 millones 923 mil 996 votos que representan el 59.7% del total de sufragios emitidos, contra el 16 millones 502 mil 444, que equivalen al 27% de su más cercana competidora Xóchitl Gálvez, sino porque se recontó el 68% de los votos emitidos a su favor y no quedó duda de su triunfo.