José Martínez
Se usa el miedo como arma principal para buscar poder e impunidad. Se usa a la gente común, al ciudadano que trabaja día con día para el sustento de la familia como un instrumento para propiciar el caos. Los padres de familia se preocupan por la seguridad de sus hijos en las escuelas, personal de las dependencias gubernamentales y empresas privadas se desesperan ante las noticias del avance de la inseguridad.
Así sucedió ayer en varios puntos de la capital tabasqueña, zonas aledañas y las carreteras federales como la vía Villahermosa-Jalapa o la Villahermosa-Frontera, por mencionar las de mayor circulación en el estado.
Esparcir el miedo es buen negocio para el crimen organizado, sobre todo porque esto sucede apenas a una semana de que la nueva administración de los gobiernos estatal, federal y municipales está comenzando. “Aquí estamos”, pareciera que fuera el mensaje de las bandas criminales que se han instalado en Tabasco y con mayor fuerza desde hace unas tres décadas.
“Somos fuertes y reclamamos nuestro derecho de piso”. Ese juego psicológico del acoso hacia los ciudadanos por parte de los malhechores funcionó en el pasado. Ellos lo saben y lo aplican ahora. El plan de actuar simultáneamente en puntos estratégicos es un mensaje para las autoridades que apenas están siendo designadas y que buscan intimidar al gobierno entrante.
Atacan a la población común. Queman autos en las carreteras, asaltan comercios establecidos y tiendas de conveniencia, usan ponchallantas, balean autos particulares.
Se sueltan jugando a ser los chicos malos para que la ciudadanía les tenga miedo. El miedo es el poder que buscan ejercer. Ese es su modo de actuar.
Buscan amedrentar al ciudadano, amenazan con lastimar a quien se les ponga enfrente, demuestran no tener escrúpulos. “Son muy malos, muy malos”.
El terror es una moneda de cambio que saben utilizar, han evolucionado, buscan los tiempos y actúan.
A pesar del miedo la gente vuelve a las calles, el Apocalipsis de fuego y asfalto no va a parar a la gente que cree en su voluntad de ganarse la vida trabajando, sudando bajo el sol inclemente, llevando el sustento para su familia.
Los otros sólo se agazapan y actúan, necesitan el arma del miedo, sin ella solamente callan, no tienen fuerza. El pueblo es fuerte y se levanta. Confía en un gobierno decidido a poner punto final a la impunidad.
HABERES
El ayuntamiento de Centro cobrará multas a los ciudadanos que no separen los desperdicios que a diario representan alrededor de 500 toneladas.
Se aplicará la ley en caso de no cumplir con la norma. Esta estrategia ha dado resultado en otras ciudades donde se observan espacios más limpios, menos contaminados.
Ni modos, a jalones de orejas se aprende. Es pertinente un tiempo de sensibilización y orientación, pero no para postergar las acciones sino para hacerlas efectivas.