Han Kang (Gwangju, 1970) ha recibido el premio Nobel de Literatura de la Academia Sueca en reconocimiento a “su intensa prosa poética que afronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”, según el fallo del jurado.
La Academia ha difundido una breve entrevista telefónica con Han, en la que la autora agradece el premio y señala que desea “compartir el honor con los lectores coreanos y con mis amigos escritores”. Ningún escritor en coreano había recibido el Nobel antes. Han también habla en ese diálogo de la compañía de los escritores como “una manera de buscar sentido en la vida” y explicó que el anuncio del fallo la sorprendió cocinando en su casa, junto a su hijo, a la hora de acabar el día. La celebración iba a ser igual de sencilla: un té en familia.
La poeta y narradora surcoreana se ha dado a conocer en el mundo a través de sus novelas pero que ha sido hasta hoy una autora minoritaria. En España, tiene dos libros de narrativa publicados en español, gallego y catalán, La vegetariana y La clase de griego (Penguin Random House), y otro ensayo/crónica disponible en español, titulado Actos humanos (Rata Books). La vegetariana es, al menos hasta ahora, la estrella del lote, ya qye Han Kang ganó con su traducción al inglés el premio Man Booker internacional de ficción en 2016.
Las críticas sobre Han suelen incidir en la raíz poética de su obra. Actos humanos es la mejor prueba, sobre todo, si se considera que su material inicial parece más periodístico o historiográfico que lírico. En sus páginas, la narradora investigó la matanza de Gwangju en mayo de 1980. Aquel mes, después de un golpe de Estado militar que había impuesto la ley marcial en Corea del Sur, 220.000 estudiantes universitarios protestaron en las calles de la ciudad de Gwangju. 165 manifestantes y 21 policías murieron en la represión de las protestas. Actos humanos narró aquel trauma desde la morgue a la que fueron a parar los cuerpos de las víctimas y con la forma de un collage de voces que enlazaba el dolor íntimo de los supervivientes con el lenguaje minimalista del ensayo. La matanza de Gwangju se convirtió en sus páginas en un objeto de estudio sociológico.
Actos humanos fue un éxito en Corea del Sur pero un libro doloroso en el discurso público. La clase de griego, en cambio, fue un texto más íntimo, más filosófico que político, escrito después de una convalecencia personal de la autora. El punto de partida de la novela fue el descubrimiento de que el idioma griego clásico contaba con una forma intermedia entre la voz pasiva y la voz activa. En la crisis de 2008, los manifestantes que protestaron contra los recortes y la corrupción se acostumbraron a emplear esa voz para no presentarse como víctimas ni como victimarios. A partir de ahí, Han inventó la historia de un profesor de griego clásico y una de sus alumnas, dos personas solitarias en Seúl. El profesor estaba perdiendo la vista. La alumna se había quedado sin la custodia de su hijo.