Patricia González/Desde el Cristal
El presidente Gustavo Petro estudió en Zipaquirá, en un colegio donde estudió Gabriel García Márquez. Esta es una ciudad central en Colombia, al noreste de Bogotá. Era Gabo un escritor de izquierda y Petro lo admiraba, pero nadie creía que en ese colegio de curas, a ellos no les gustaba decir que el Nobel colombiano había pasado por esas aulas porque era amigo de Fidel Castro.
Petro es un gran lector, él fundó el Club de Lectura Macondo desde que descubrió el anuario escolar donde comprobó que García Márquez y él tenían algo en común.
En la cárcel, preso y torturado, Petro mantiene el club Macondo y en el M-19 él era el comandante Aureliano. Es un sobreviviente porque a todos los guerrilleros los fueron eliminando uno a uno. Y fue un estudiante muy aplicado, brillante, pero sobre todo un lector. En su toma de protesta vuelve a sus orígenes y retoma sus lecturas del Gabo.
Sorprendería que el presidente Donald Trump, quien lo ha acusado de narcotraficante como también lo hizo con Nicolás Maduro, fuera un gran lector.
Tampoco olvidemos que “Cien años de soledad” y otros libros de la autoría de Gabriel García Márquez han sido censurados en colegios y escuelas estadounidenses. Es decir, Gustavo Petro y Gabriel García Márquez se han vuelto un dolor de cabeza para el iracundo habitante de la Casa Blanca. Con sus amenazas a Colombia ¿querrá repetir las masacres contra los trabajadores de las compañías bananeras como se cuenta en “Cien años de soledad”? Solo que Trump ahora se iría contra el pueblo entero de Colombia, como lo está haciendo contra Venezuela -porque no es sólo contra Maduro y su grupo-, y como lo ha hecho la política estadounidense por más de sesenta años contra Cuba con su bloqueo económico.
No es gratuito entonces, que uno de los primeros libros del programa “25 para el 25” repartidos en Colombia haya sido “Operación Carlota”, de Gabriel García Márquez, y que el presidente Gustavo Petro respalde esta iniciativa para fomentar la lectura liderada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) del gobierno mexicano encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
¿Por qué es importante fomentar la lectura entre los jóvenes de 15 y 30 años, como lo propone el proyecto de México y varios países latinoamericanos? Porque como dice uno de los puntos: “La iniciativa busca promover el hábito de la lectura y reconocer la memoria colectiva, las luchas y las historias de los territorios latinoamericanos”.
Es decir, el que países como México, Venezuela, Colombia, Cuba, Chile, Argentina, Honduras, Guatemala, Uruguay, Ecuador y Perú participen en esta cruzada por intentar que nuestros jóvenes se reconozcan y recuperen su identidad a través de 27 autores que conforman esta colección de literatura, se convierte en un riesgo para el control que ejerce el imperio estadounidense en el continente americano. No se trata de regalar libros de buenas a primeras, o de armar un esquema para desviar recursos como imagina el trasnochado exgobernador Manuel Andrade Díaz.
En Colombia, el presidente Gustavo Petro ha ordenado que se distribuyan 500 cuarenta mil ejemplares del “25 para el 25” entre los jóvenes de aquel pueblo hermano, porque sabe el valor que tiene la lectura, él mismo es producto de la conciencia cultural y el poder educativo que tienen esos objetos llamados “libros”.
Libros es igual a libertad, de ahí la censura ejercida contra ellos por parte del gobierno estadounidense.