Por Felipe Hernández/Avance
Mientras el calendario se reinicia cada 1 de enero, en distintas partes del mundo las personas realizan rituales que buscan atraer fortuna, amor o protección. Algunas de estas tradiciones resultan tan inusuales que resultan cómicas, pero forman parte de celebraciones profundamente arraigadas en la cultura local.
En Dinamarca, por ejemplo, la llegada del nuevo año se anuncia con estruendo dentro y fuera de casa. Al sonar la medianoche, es común que los habitantes lancen platos viejos contra las puertas de familiares y amigos, lejos de interpretarse como una falta de respeto, la cantidad de fragmentos en la entrada simboliza el número de personas que desean buena suerte al dueño del hogar.
Escocia también destaca por una costumbre peculiar conocida como el “primer visitante”. Tras las campanadas, se cree que la primera persona que cruza el umbral de una casa determina la fortuna del año entrante. Si llega con regalos como pan, carbón o whisky, se considera un presagio positivo, ya que estos objetos representan alimento, calor y prosperidad para los meses venideros.
En los templos budistas de Japón, las campanas suenan exactamente 108 veces durante la transición de año. Cada campanada simboliza la purificación de un deseo negativo del ser humano, según la tradición budista, permitiendo iniciar el nuevo ciclo con la mente limpia y en equilibrio emocional.
En Brasil, millones de personas acuden a las playas vestidas de blanco. Al llegar la medianoche, saltan siete olas de espaldas al mar mientras formulan deseos en silencio, un ritual vinculado a antiguas creencias afrobrasileñas y busca obtener la bendición de Iemanjá, la diosa del mar, para asegurar protección y buena fortuna.
Estas tradiciones, aunque distintas entre sí, comparten un mismo propósito, comenzar el Año Nuevo con esperanza. A través de actos simbólicos, cada cultura expresa su forma de enfrentar lo desconocido, recordando que, sin importar el lugar del mundo, el inicio de un nuevo año siempre despierta ilusión y expectativa.