Agencia/Turquía
El papa León XIV alentó en Estambul a la pequeña comunidad católica de Turquía, antes de participar en una oración con los ortodoxos con motivo de los mil 700 años del Concilio de Nicea, considerado un hito fundacional del cristianismo.
En el segundo día de su visita a este país de mayoría abrumadoramente musulmana, el Pontífice fue recibido con fervor por cientos de fieles reunidos en la catedral del Espíritu Santo de Estambul. Muchos se habían levantado al amanecer para poder verlo.
La visita «es una bendición para nosotros», confió a AFP Ali Günüru, un estambuliota de 35 años, que cuenta entre los 100 mil cristianos del país, un 0.1% de sus 86 millones de habitantes.
«El mundo necesita paz, en todas partes. Tenemos problemas graves, en particular en nuestra región y en nuestro país: los extranjeros, los refugiados… creo que el papa tendrá el poder de ayudarlos y que hará todo lo posible. Es lo que más deseo», añadió.
Visiblemente emocionado, el obispo de Roma, estadounidense y peruano, infundió ánimos a sacerdotes y fieles, afirmando que «la lógica de lo pequeño es la verdadera fuerza de la Iglesia» católica, en un país en el que los cristianos luchan contra un fuerte sentimiento de exclusión.
«La presencia tan importante de migrantes y refugiados en este país plantea a la Iglesia el desafío de la acogida y el servicio a los más vulnerables», añadió el santo padre. Turquía alberga en su territorio a más de 2,5 millones de refugiados, en su mayoría sirios que huyeron de la guerra en su país.
El viernes por la tarde, León XIV es esperado en Iznik, la antigua Nicea, al sureste de Estambul, para celebrar con las autoridades ortodoxas los mil 700 años del primer concilio ecuménico.
Allí, en el año 325, se reunieron más de 300 obispos del Imperio romano y se adoptó el Credo, fundamento de la fe cristiana.
Invitado por el patriarca de Constantinopla Bartolomé I, figura destacada e interlocutor privilegiado del Vaticano entre los ortodoxos, participará a orillas del lago de Iznik en una oración ecuménica en la que inicialmente debía participar el papa Francisco, fallecido en abril.
Divididos desde el gran cisma de 1054 entre las Iglesias de Oriente y Occidente, católicos y ortodoxos mantienen un diálogo y celebraciones comunes, a pesar de las divergencias doctrinales.