David Morales/Avance
El ocho de diciembre circula en espacios académicos como jornada simbólica para reconocer el trabajo de los administradores de empresas, una fecha sin declaratoria oficial pero que permite mirar la historia y relevancia de una profesión que sostiene buena parte de la organización moderna. Más allá de su estatus no institucional, el día suele utilizarse en facultades y colegios profesionales para destacar la evolución de una disciplina que se transformó junto con el surgimiento de la industria contemporánea.
Diversos estudios sobre la historia del pensamiento administrativo, como los trabajos de la Escuela de Administración de Harvard y análisis clásicos citados en investigaciones económicas, muestran que las raíces de la administración formal aparecen con la Revolución Industrial. En ese proceso surgió la necesidad de coordinar grandes volúmenes de producción, regular tiempos, supervisar personal y estandarizar procesos. Estas demandas llevaron a pensadores como Frederick Taylor y Henri Fayol —cuyas teorías permanecen documentadas en obras de administración publicadas por instituciones universitarias— a sistematizar principios que más tarde se convertirían en pilares de la formación profesional del administrador.
Durante el siglo XX, la disciplina se consolidó en universidades de todo el mundo. Programas de educación superior en Estados Unidos y Europa incorporaron la administración como campo autónomo, con bases en economía, psicología social, estadística y teoría organizacional. Documentos académicos sobre la evolución empresarial señalan que este proceso permitió profesionalizar funciones que antes se aprendían por experiencia directa, y convertirlas en competencias formales: planeación, liderazgo, gestión financiera y análisis operativo.
En México, la administración se incorporó al sistema de educación superior en la segunda mitad del siglo XX, según registros de universidades públicas y privadas que ampliaron su oferta en áreas económicas y administrativas. Desde entonces, el administrador de empresas ocupa un papel clave en sectores productivos, instituciones públicas y organizaciones sociales, donde coordina recursos humanos, financieros y tecnológicos para lograr objetivos y mantener la estabilidad operativa.
Aunque el ocho de diciembre no sea una efeméride reconocida por instancias oficiales, la fecha sirve para subrayar la aportación de una profesión que sostiene la estructura interna de negocios y organizaciones. El día funciona, más que como celebración formal, como oportunidad para reconocer a quienes planifican, ordenan y mantienen en marcha el funcionamiento de empresas que impactan la vida cotidiana.
